Documenta Catholica Omnia
Non nobis, Domine, non nobis, sed nomini tuo da gloriam


Index Verborum:     dijo


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Juan de la Cruz (1542-1591)    Avisos

    

Juan de la Cruz (1542-1591)    Avisos a un Religioso para Alcanzar la Perfecion

    

Juan de la Cruz (1542-1591)    Avisos copiados por Magdalena del Espiritu Santo

    

Juan de la Cruz (1542-1591)    Avisos por la Madre Maria de Jesus

    

Juan de la Cruz (1542-1591)    Avisos procedentes de Antequera

    

Juan de la Cruz (1542-1591)    Avisos recogidos por la edicion de Gerona

    

Juan de la Cruz (1542-1591)    Cantico Espiritual A

§ 1.2

Lo cual quiso decir Isaías (Is 45, 15), cuando dijo: Verdaderamente tú eres Dios escondido.

§ 1.6

Este gemido dio bien a entender san Pablo (Rm. 8, 23) cuando dijo: Nos intra nos gemimus, expectantes adoptionem filiorum Dei, esto es: Nosotros dentro de nosotros tenemos el gemido, esperando la adopción y posesión de hijos de Dios; que es como si dijera: dentro de nuestro corazón, donde tenemos la prenda, sentimos lo que nos aqueja, que es la ausencia.

§ 1.9

Por tanto, encareciendo o declarando el dolor de la herida en amor a causa de la ausencia, dijo: Habiéndome herido.

§ 2.3

Llama majadas a los coros de los ángeles, por los cuales de coro en coro van nuestros gemidos y oraciones a Dios; al cual llama otero porque, así como el otero es alto, así Dios es la suma alteza, y porque en Dios, como en el otero, se otean y ven todas las cosas; al cual van nuestras oraciones, ofreciéndoselas los ángeles, como habemos dicho, porque ellos son los que le ofrecen nuestras oraciones y deseos, según lo dijo el ángel al santo Tobías (Tb 12, 12), diciendo: Quando orabas cum lachrymis et sepeliebas, etc., ego obtuli orationem tuam Domino, que quiere decir: Cuando orabas con lágrimas y enterrabas los muertos, yo ofrecí al Señor tu oración.

§ 2.4

Porque no cualesquier necesidades ni cualesquier peticiones llegan a colmo que las oiga Dios para cumplirlas, hasta que en sus ojos llegue bastante tiempo y sazón y número para concederlas o remediarlas; y entonces se dice verlas y oírlas, según es de ver en el Exodo (Ex 3, 7­8), donde, después de cuatrocientos años que los hijos de Israel habían estado afligidos en la servidumbre de Egipto, dijo Dios a Moisés: Vidi aflictionem populi mei in Aegipto et clamorem eius audivi, etc., et descendi liberare eum, esto es: Vi la aflicción de mi pueblo y he oído su clamor, y he bajado para librarlos, como quiera que siempre la hubiese visto; pero entonces se dijo verla cuando por la obra quiso cumplirla.

§ 2.4

Porque no cualesquier necesidades ni cualesquier peticiones llegan a colmo que las oiga Dios para cumplirlas, hasta que en sus ojos llegue bastante tiempo y sazón y número para concederlas o remediarlas; y entonces se dice verlas y oírlas, según es de ver en el Exodo (Ex 3, 7­8), donde, después de cuatrocientos años que los hijos de Israel habían estado afligidos en la servidumbre de Egipto, dijo Dios a Moisés: Vidi aflictionem populi mei in Aegipto et clamorem eius audivi, etc., et descendi liberare eum, esto es: Vi la aflicción de mi pueblo y he oído su clamor, y he bajado para librarlos, como quiera que siempre la hubiese visto; pero entonces se dijo verla cuando por la obra quiso cumplirla.

§ 2.4

Y también dijo san Gabriel a Zacarías (Lc. 1, 13): Ne timeas, Zacharia, quioniam exaudita est desprecatio tua, que quiere decir: No temas Zacarías, porque es oída tu oración, es a saber, concediéndole el hijo que muchos años le había andado pidiendo, como quiera que siempre le hubiese oído.

§ 2.7

El ajenjo, que es hierba amarísima, se refiere a la voluntad, porque a esta potencia pertenece la dulzura de la posesión de Dios, de la cual careciendo, se queda con la amargura, según el ángel dijo a san Juan en el Apocalipsis (Ap 10, 9), diciendo: Accipe librum, et devora illum, et faciet amaricari ventrem tuum, que quiere decir: Toma y come el libro y hacerte ha amargura en el vientre, tomando allí el vientre por la voluntad.

§ 2.8

Y es de notar que el alma, en el dicho verso, no hace más que representar su necesidad y pena al Amado, porque el que discretamente ama, no cura de pedir lo que le falta y desea sino de representar su necesidad, para que el Amado haga lo que fuere servido; como cuando la bendita Virgen dijo al amado Hijo en las bodas de Caná de Galilea, no pidiéndole derechamente el vino, sino diciendo: No tienen vino (Jn. 2, 3); y las hermanas de Lázaro le enviaron, no a decir que sanase a su hermano, sino a decir que mirase que al que amaba estaba enfermo (Jn. 11, 3).

§ 5.4

Por lo cual dijo el mismo Hijo de Dios (Jn 12, 32): Si ego exaltatus fuero a terra, omnia traham ad me ipsum, esto es: Si yo fuere ensalzado de la tierra, levantaré a mí todas las cosas.

§ 7.4

Este se llama amor impaciente, del cual se trata en el Génesis (Gn 30, 1), donde dice la Escritura que era tanto el amor que Raquel tenía de concebir, que dijo a su esposo Jacob: Da mihi liberos, alioquin moriar, esto es: Dame hijos si no yo moriré.

§ 9.6

Donde es de notar que no dijo el profeta Job que el mercenario esperaba el fin de su trabajo, sino el fin de su obra, para dar a entender lo que vamos diciendo, es a saber: que el alma que ama no espera el fin de su trabajo, sino el fin de su obra; porque su obra es amar, y de esta obra, que es amar, espera ella el fin y remate, que es la perfección y cumplimiento de amar a Dios, al cual hasta que llegue, siempre está el alma de la figura que en la dicha autoridad se pinta Job, teniendo los días y los meses por vacíos y las noches por trabajosas y prolijas.

§ 11.3

De donde cuando la Esposa en los Cantares (Ct 1, 10) deseaba esta posesión de Dios, prometiéndosela él cual en esta vida se puede, le dijo que le haría unos zarcillos de oro, pero esmaltados con plata.

§ 11.6

Esto es lo que quiso dar a entender san Pablo (Gal. 2, 22) cuando dijo: Vivo autem, iam non ego; vivit vero in me Christus, que quiere decir: Vivo yo, ya no yo, pero vive en mí Cristo.

§ 11.7

Pero cuando este dibujo de transformación en esta vida se alcanza es grande buena dicha, porque con eso se contenta grandemente el Amado; que por eso, deseando él que le pusiese la Esposa en su alma como dibujo, le dijo en los Cantares (Ct 8, 6): Ponme como señal sobre tu corazón, como señal sobre tu brazo.

§ 11.7

El corazón significa aquí el alma, en que en esta vida está Dios como señal de dibujo de fe, según se dijo arriba, y el brazo significa la voluntad fuerte, en que está como señal de dibujo de amor, como ahora acabamos de decir.

§ 12.4

Pero no quisiera ella recibirlo en carne, donde no se puede cumplidamente, sino poco y con pena, mas en el vuelo del espíritu fuera de la carne, donde libremente se goza; por lo cual dijo: Apártalos, Amado, es a saber, de comunicármelos en carne.

§ 12.5

Y para que entendamos mejor qué vuelo sea éste, es de notar que, como habemos dicho, en aquella visitación de Espíritu divino es arrebatado con gran fuerza el del alma a comunicar con el Espíritu, y destituye al cuerpo y deja de sentir en él y de tener en él sus acciones, porque las tiene en Dios; que por eso dijo san Pablo (2 Cor. 12, 2) que en aquel rapto suyo no sabía si estaba su alma recibiéndole en el cuerpo o fuera del cuerpo.

§ 13.2

Y esto fue al tiempo que en la canción que acabamos de declarar dijo: Vuélvete, paloma.

§ 13.3

Y es de notar que, así como en el arca de Noé, según dice la divina Escritura (Gn. 6, 14 ss.), había muchas mansiones para muchas diferencias de animales, y todos los manjares que se podían comer, así el alma en este vuelo que hace a esta divina arca del pecho de Dios, no sólo echa de ver en ella las muchas mansiones que Su Majestad dijo por san Juan (Jn 14, 2) que había en la casa de su Padre, mas ve y conoce haber allí todos los manjares, esto es, todas las grandezas que puede gustar el alma, que son todas las cosas que se contienen en las dos sobredichas canciones, significadas por aquellos vocablos comunes; las cuales en sustancia son las que se siguen.

§ 13.5

En las cuales dice la Esposa que todas estas cosas es su Amado en sí y lo es para ella, porque, en lo que Dios suele comunicar en semejantes excesos, siente el alma y conoce la verdad de aquel dicho que dijo el santo Francisco, es a saber: Dios mío, y todas las cosas.

§ 13.5

En lo cual se ha de entender que todo lo que aquí se declara está en Dios eminentemente en infinita manera, o, por mejor decir, cada una de estas grandezas que se dicen es Dios, y todas ellas juntas son Dios; que, por cuanto en este caso se une el alma con Dios, siente ser todas las cosas Dios en un simple ser, según lo sintió san Juan (Jn 1, 4) cuando dijo: Quod factum est, in ipso vita erat, es a saber: Lo que fue hecho, en él era vida.

§ 13.10

Lo cual quiso dar a entender David (Sal. 67, 34) cuando dijo: Ecce dabit voci suae vocem virtutis, que quiere decir: Mirad que Dios dará a su voz, voz de virtud.

§ 13.11

Esta voz es infinita, porque, como decíamos, es el mismo Dios que se comunica, haciendo voz en el alma, mas cíñese a cada alma, dando voz de virtud según le cuadra limitadamente, y hace gran deleite y grandeza al alma; que por eso dijo la Esposa en los Cantares (Ct 2, 14): Sonet vox tua in auribus meis, vox enim tua dulcis, que quiere decir: Suene tu voz en mis oídos, porque es dulce tu voz.

§ 13.15

Que por eso para dar a entender san Pablo (2 Cor. 12, 4) la alteza de su revelación, no dijo: Vidit arcana verba, ni menos, gustavit arcana verba, sino audivit arcana verba, quae non licet homini loqui.

§ 13.16

Esta sustancia entendida, que aquí llama el alma silbo, es los ojos deseados, que descubriéndoselos el Amado, dijo, porque no los podía sufrir el sentido: Apártalos, Amado.

§ 13.17

Y en romance quiere decir: De verdad a mí se me dijo una palabra escondida, y como a hurtadillas recibió mi oreja las venas de su susurro.

§ 13.17

Porque en lo que aquí dice Elifaz Temanites, que se le dijo una palabra escondida, se significa aquello escondido que se le dio al alma, cuya grandeza no pudiendo sufrir, dijo: Apártalos, Amado.

§ 13.17

Porque en lo que aquí dice Elifaz Temanites, que se le dijo una palabra escondida, se significa aquello escondido que se le dio al alma, cuya grandeza no pudiendo sufrir, dijo: Apártalos, Amado.

§ 13.18

Por lo cual dijo el otro profeta (Is. 24, 16) dos veces: Mi secreto para mí.

§ 13.18

Y cuando dijo: En el horror de la visión nocturna, cuando suele el sueño ocupar a los hombres, me ocupó el pavor y temblor, da a entender el temor y temblor que naturalmente hace al alma aquella comunicación de arrobamiento que decíamos no podía sufrir el natural en la comunicación del espíritu de Dios.

§ 13.24

Este conocimiento entiendo quiso dar a entender David (Sal. 101, 8), cuando dijo: Vigilavi et factus sum sicut passer solitarius in tecto, que quiere decir: Recordé y fui hecho semejante al pájaro solitario en el tejado.

§ 14.8

Esto mismo dijo en los Cantares (Ct 3, 7­8) la esposa por otras palabras, diciendo: En lectulum Salomonis sexaginta fortes ambiunt ex fortissimis Israel uniuscuiusque ensis super femur suum propter timores nocturnos: que quiere decir: Mirad que sesenta fuertes cercan el lecho de Salomón; la espada de cada uno sobre su muslo por los temores de las noches.

§ 16.2

De donde profetizando Isaías (Is 11, 3) la perfección de Cristo, dijo: Replevit eum spiritus timoris Domini, que quiere decir: Henchirle ha el espíritu del temor del Señor.

§ 16.4

Y que el entendimiento beba sabiduría, en el mismo libro (Ct 8, 2) lo dice la esposa, adonde deseando ella llegar a este beso de unión y pidiéndolo al Esposo, dijo: Ibi me docebis, et dabo tibi poculum ex vino condito, esto es: Allí me ensenarás, es a saber, sabiduría y ciencia en amor y yo te daré a ti una bebida de vino adobada, conviene a saber, mi amor adobado con el tuyo, esto es, transformado en el tuyo.

§ 17.5

Todo lo cual dio bien a entender David (Sal. 61, 2­3), cuando dijo hablando de su alma en este estado: ¿Por ventura no estará mi alma sujeta a Dios? Sí, porque de él tengo yo mi salud, y porque él es mi Dios y mi Salvador; recibidor mío, no tendré más movimiento.

§ 20.4

Y estas obras, hechas por Dios en sequedad de espíritu y dificultad, son muy preciadas de Dios, porque en ellas grandemente se adquieren las virtudes y dones; y las que se adquieren de esta suerte y con trabajo, por la mayor parte son más escogidas y más firmes que si se adquiriesen sólo con el sabor y regalo del espíritu; porque la virtud en la sequedad y dificultad y trabajo y tentación echa raíces, según dijo Dios a san Pablo (2 Cor. 12, 9), diciendo: Virtus in infirmitate perficitur, esto es: La virtud en la flaqueza se hace perfecta.

§ 20.5

De donde hablando David (Sal. 44, 10) con Cristo en este caso, dijo: Astitit regina a dextris tuis in vestitu deaurato, circumdata varietate, que quiere decir: estuvo la reina a tu diestra en vestidura de oro cercada de variedad, que es tanto como decir: estuvo a tu diestra vestida de perfecto amor, y cercada de variedad de dones y virtudes perfectas.

§ 20.5

De donde, hablando la esposa en los Cantares (Ct 1, 3) con el Esposo, dijo: Trahe me, post te curremus in odorem, etc.; que quiere decir: Tráeme, después de ti correremos.

§ 25.7

Porque gana el gozar las virtudes puestas en el punto de sabroso ejercicio, como habemos dicho; gana el gozar al Amado en ellas, pues mediante ellas, como acabamos de decir, más subidamente se comunica a ella y haciéndole más particular merced que antes; y gana que el Amado mucho más se deleita en ella por este ejercicio de virtudes que es de lo que ella más gusta, es a saber, que guste su Amado; y gana también la continuación y duración de tal sabor y suavidad de virtudes la cual dura en el alma todo el tiempo que el Amado asiste allí en la tal manera, estándole dando la esposa suavidad en sus virtudes, según en los Cánticos (Ct 1, 11) ella dice en esta manera: Cum esset rex in accubitu suo, nardus mea dedit odorem suavitatis; y es como si dijera: En tanto que estaba reclinado el rey en su reclinatorio, que es mi alma, el mi arbolico oloroso dio olor de suavidad, entendiendo aquí por arbolico oloroso, que consta de muchas flores, el plantel de muchas virtudes que arriba se dijo estar en el alma, que allí llamó viña florida, o la piña de flores que después dijo.

§ 25.7

Porque gana el gozar las virtudes puestas en el punto de sabroso ejercicio, como habemos dicho; gana el gozar al Amado en ellas, pues mediante ellas, como acabamos de decir, más subidamente se comunica a ella y haciéndole más particular merced que antes; y gana que el Amado mucho más se deleita en ella por este ejercicio de virtudes que es de lo que ella más gusta, es a saber, que guste su Amado; y gana también la continuación y duración de tal sabor y suavidad de virtudes la cual dura en el alma todo el tiempo que el Amado asiste allí en la tal manera, estándole dando la esposa suavidad en sus virtudes, según en los Cánticos (Ct 1, 11) ella dice en esta manera: Cum esset rex in accubitu suo, nardus mea dedit odorem suavitatis; y es como si dijera: En tanto que estaba reclinado el rey en su reclinatorio, que es mi alma, el mi arbolico oloroso dio olor de suavidad, entendiendo aquí por arbolico oloroso, que consta de muchas flores, el plantel de muchas virtudes que arriba se dijo estar en el alma, que allí llamó viña florida, o la piña de flores que después dijo.

§ 26.2

Para declarar el orden de estas canciones más abiertamente y dar a entender el que ordinariamente lleva el alma hasta venir a este estado de matrimonio espiritual, que es el más alto de que ahora, con ayuda de Dios, habemos de hablar, al cual ha venido ya el alma, es de notar: que primero se ejercitó en los trabajos y amarguras de la mortificación y en la meditación, que al principio dijo el alma desde la primera canción hasta aquella que dice: Mil gracias derramando.

§ 26.6

Por tanto, la Esposa en los Cantares (Ct 8, 1), deseando este estado, dijo al Esposo: Quis det te mihi fratrem meum sugentem ubera matris meae, ut inveniam te solum foris, et desosculer te, et iam me nemo despiciat?, como si dijera: ¿Quién te me diese, hermano mío, que mamases los pechos de mi madre, de manera que te hallase yo solo afuera y te besase, y ya no me despreciase nadie? En llamarle hermano, da a entender la igualdad que hay en el desposorio de amor entre los dos antes de llegar a este estado.

§ 30.1

Y tan altas y tan sabrosas son las cosas que por ella pasan en este recogimiento del matrimonio con su Amado, que ella no lo sabe decir, ni aun querría decirlo; porque son de aquellas de que dijo Isaías (Is 24, 16): Secretum meum mihi, secretum meum mihi.

§ 33.3

Esta es la adopción de los hijos de Dios, que de veras dirán a Dios lo que el mismo Hijo dijo por san Juan (Jn 17, 10) al Eterno Padre, diciendo: Omnia mea tua sunt, et tua mea sunt, que quiere decir: Padre, todas mis cosas son tuyas, y tus cosas son mías.

§ 33.3

Y así lo dijo él, no sólo por sí, que era la cabeza, sino por todo su cuerpo místico, que es la Iglesia.

§ 33.7

De donde hablando David (Sal. 18 10-12) del sabor de ellos, dijo así: Judicia Domini vera, iustificata in semetipsa, desiderabilia super aurum, et lapidem pretiosum multum, dulciora super mel et favum; nam et servus tuus dilexit ea, que quiere decir: Los juicios de Dios son verdaderos y en sí mismos tienen justicia; son más deseables y codiciados que el oro y que la preciosa piedra de grande estima; y son dulces sobre la miel y el panal, tanto que tu siervo los amó y guardó.

§ 33.8

De donde Job (Jb 6, 8), deseando este padecer, dijo: Quis det ut veniat petitio mea, et quod expecto tribuat mihi Deus? et qui coepit, ipse me conterat, solvat manum suam et succidat me? et haec mihi sit consolatio, ut affligens me dolore, non parcat mihi?, que quiere decir: ¿Quién dará que mi petición se cumpla, y que Dios me dé lo que espero, y el que me comenzó, ese me desmenuce, y desate su mano y me acabe, y tenga yo esta consolación, que afligiéndome con dolor no me perdone ni de alivio?

§ 34.3

Que por eso dijo san Pablo (Col. 2, 3) del mismo Cristo, diciendo: In quo sunt omnes thesauri sapientiae et scientiae Dei absconditi, que quiere decir: En Cristo moran todos los tesoros y sabiduría de Dios escondidos.

§ 36.3

Pero el alma unida y transformada en Dios aspira en Dios a Dios la misma aspiración divina que Dios, estando en ella aspira en sí mismo a ella, que es lo que entiendo quiso decir san Pablo (Gal. 4, 6), cuando dijo: Quoniam autem estis filii Dei, misit Deus Spiritum Filii sui in corda vestra clamantem: Abba, Pater, que quiere decir: Por cuanto sois hijos de Dios, envió Dios en vuestros corazones el espíritu de su Hijo, clamando en oración al Padre, lo cual en los perfectos es en la manera dicha.

§ 36.4

De donde san Pedro (2 Pe. 1, 2­4) dijo: Gracia y paz sea cumplida y perfecta en vosotros en el conocimiento de Dios y de Jesucristo Nuestro Señor, de la manera que nos son dadas todas las cosas de su divina virtud para la vida y la piedad por el conocimiento de aquel que nos llamó con su propia gloria y virtud, por el cual muy grandes y preciosas promesas nos dio, para que por estas cosas seamos hechos compañeros de la divina naturaleza.

§ 37.5

Por la caballería entiende las potencias de la parte sensitiva, así interiores como exteriores, las cuales dice la esposa que en este estado descienden a vista de estas aguas espirituales, porque de tal manera está ya en este estado purificada y espiritualizada en alguna manera la parte sensitiva del alma, que ella con sus potencias sensitivas y fuerzas naturales se recogen a participar y gozar en su manera de las grandezas espirituales que Dios está comunicando al espíritu, según lo quiso entender David (Sal. 83, 3) cuando dijo: Cor meum et caro mea exultaverunt in Deum vivum, que quiere decir: Mi espíritu y mi carne se gozaron y deleitaron en Dios vivo.

    

Juan de la Cruz (1542-1591)    Cantico espiritual B

§ 1.3

En lo cual le pide la manifestación de su divina esencia; porque el lugar donde está escondido el Hijo de Dios es, como dice san Juan (1, 18), el seno del Padre, que es la esencia divina, la cual es ajena de todo ojo mortal y escondida de todo humano entendimiento; que por eso Isaías (45, 15), hablando con Dios, dijo: Verdaderamente tú eres Dios escondido.

§ 1.13

Que, por falta de esto, dijo Dalila a Sansón (Jue. 16, 15) que cómo podía él decir que la amaba, pues su ánimo no estaba con ella.

§ 2.3

Llama majadas a las jerarquías y coros de los ángeles, por los cuales de coro en coro van nuestros gemidos y oraciones a Dios; al cual aquí llama otero, por ser él la suma alteza, y porque en él, como en el otero, se otean y ven todas las cosas y las majadas superiores e inferiores, al cual van nuestras oraciones, ofreciéndolas los ángeles, como habemos dicho, según lo dijo el ángel a Tobías (12, 12), diciendo: Cuando orabas con lágrimas y enterrabas los muertos, yo ofrecía tu oración a Dios.

§ 2.4

Porque no cualesquier necesidades y peticiones llegan a colmo que las oiga Dios para cumplirlas, hasta que en sus ojos lleguen a bastante sazón y tiempo y número: y entonces se dice verlo y oírlo, según es de ver en el Exodo (3, 7­8), que, después de cuatrocientos años que los hijos de Israel habían estado afligidos en la servidumbre de Egipto, dijo Dios a Moisés: Vi la aflicción de mi pueblo y he bajado para librarlos, como quiera que siempre la hubiese visto.

§ 2.4

Y también dijo san Gabriel a Zacarías (Lc. 1, 13) que no temiese, porque ya Dios había oído su oración en darle el hijo que muchos años le había andado pidiendo, como quiera que siempre le hubiese oído.

§ 2.7

Y que la amargura pertenezca a la voluntad espiritualmente, se da a entender en el Apocalipsis (10, 9) cuando el ángel dijo a san Juan que, en comiendo aquel libro, le haría amargar el vientre, entendiendo allí por vientre la voluntad.

§ 2.8

Y es de notar que el alma en el dicho verso no hace más que representar su necesidad y pena al Amado; porque el que discretamente ama no cura de pedir lo que le falta y desea, sino de representar su necesidad para que el Amado haga lo que fuere servido, como cuando la bendita Virgen dijo al amado Hijo en las bodas de Caná de Galilea, no pidiéndole derechamente el vino sino diciéndole: No tienen vino (Jn. 2, 3), y las hermanas de Lázaro (Jn. 11, 3) le enviaron no a decir que sanase a su hermano, sino a decir que mirase que al que amaba estaba enfermo.

§ 5.4

Por lo cual dijo el mismo Hijo de Dios (Jn. 12, 32): Si ego exaltatus a terra fuero, omnia traham ad me ipsum, esto es: Si yo fuere ensalzado de la tierra, levantaré a mí todas las cosas.

§ 7.4

Este se llama amor impaciente, del cual se trata en el Génesis (30, 1), donde dice la Escritura que era tanto el amor que tenía Raquel de concebir, que dijo a su esposo Jacob: Da mihi liberos, alioquin moriar, esto es: Dame hijos, si no yo moriré.

§ 9.7

Y de otra manera no sería verdadero amor, porque el salario y paga del amor no es otra cosa, ni el alma puede querer otra, sino más amor, hasta llegar a perfección de amor; porque el amor no se paga sino de sí mismo, según lo dio a entender el profeta Job (7, 2) cuando, hablando con la misma ansia y deseo que aquí está el alma, dijo: Así como el siervo desea sombra, y como el jornalero espera el fin de su obra, así yo tuve vacíos los meses, y conté las noches trabajosas para mí.

§ 9.7

Donde es de notar que no dijo el profeta Job que el mercenario esperaba el fin de su trabajo, sino el fin de su obra, para dar a entender lo que vamos diciendo, es a saber: que el alma que ama no espera el fin de su trabajo, sino el fin de su obra; porque su obra es amar, y de esta obra, que es amar, espera ella el fin y remate, que es la perfección y cumplimiento de amar a Dios, el cual hasta que se le cumpla, siempre está de la figura en que en la dicha autoridad le pinta Job, teniendo los días y los meses por vacíos y contando las noches trabajosas y prolijas para sí.

§ 10.2

La razón de todo esto, sacándola de lo dicho, es que, como el paladar de la voluntad de alma anda tocado y saboreado con este manjar de amor de Dios, en cualquier cosa o trato que se le ofrece, luego en continente, sin mirar a otro gusto o respeto, se inclina la voluntad a buscar y gozar en aquello a su Amado, como hizo María Magdalena cuando con ardiente amor andaba buscándole por el huerto: pensando que era el hortelano, sin otra ninguna razón ni acuerdo le dijo: Si tú me le tomaste dímelo, y yo le tomaré (Jn. 20, 15).

§ 10.8

Esta lumbre echaba menos David (Sal. 37, 11) cuando con lástima decía: La lumbre de mis ojos, ésa no está conmigo; y Tobías (5, 12) cuando dijo: ¿Qué gozo podrá ser el mío, pues estoy sentado en las tinieblas y no veo la lumbre del cielo? En la cual deseaba la clara visión de Dios, porque la lumbre del cielo es el Hijo de Dios, según dice san Juan (Ap. 21, 23), diciendo: La ciudad celestial no tiene necesidad de sol ni de luna que luzcan en ella, porque la claridad de Dios la alumbra, y la lucerna de ella es el Cordero.

§ 11.4

Y hacen tal efecto en el alma, que la hace codiciar y desfallecer en deseo de aquello que siente encubierto allí en aquella presencia, que es conforme a aquello que sentía David cuando dijo (Sal. 83, 1): Codicia y desfallece mi alma en las entradas del Señor.

§ 11.9

Pero hay aquí una duda, y es: ¿por qué los hijos de Israel antiguamente huían y temían de ver a Dios por no morir, como dijo Manué a su mujer (Jue. 13, 22), y esta alma a la vista de Dios desea morir?

§ 12.4

De donde cuando la Esposa en los Cantares (1, 10) deseaba esta posesión de Dios, prometiéndosela él cual en esta vida se puede, dijo que le haría unos zarcillos de oro, pero esmaltados de plata.

§ 12.7

Esto es lo que quiso dar a entender san Pablo (Gl. 2, 20) cuando dijo: Vivo autem, iam non ego; vivit vero in me Christus, que quiere decir: Vivo yo, ya no yo, pero vive en mí Cristo.

§ 12.8

Pero cuanto este dibujo de transformación en esta vida se alcanza, es grande buena dicha, porque con eso se contenta grandemente el Amado; que por eso, deseando el que le pusiese la Esposa en su alma como dibujo, le dijo en los Cantares (8, 6): Ponme como señal sobre tu corazón, como señal sobre tu brazo.

§ 12.8

El corazón significa aquí el alma, en que en esta vida está Dios como señal de dibujo de fe, según se dijo arriba; y el brazo significa la voluntad fuerte, en que está como señal de dibujo de amor, como ahora acabamos de decir.

§ 12.9

Porque la sustancia corporal y espiritual parece al alma se le seca en sed de esta fuente viva de Dios, porque es su sed semejante a aquella que tenía David cuando dijo (Sal. 41, 2­3): Como el ciervo desea la fuente de las aguas, así mi alma desea a ti, Dios.

§ 12.9

Porque a este propósito se dijo en los Cantares (8, 6): Fuerte es la dilección como la muerte, y dura es su porfía como el infierno.

§ 13.1

Todo lo cual dio a entender David cuando dijo (Sal. 96, 2): Nube y oscuridad está en derredor de él; fuego precede su presencia.

§ 13.1

Y así, con gran temor y pavor natural dijo al Amado el principio de la siguiente canción, prosiguiendo el mismo Amado lo restante de ella.

§ 13.5

Pero no quisiera ella recibirlo en carne, donde no se puede cumplidamente, sino poco y con pena, mas con el vuelo del espíritu fuera de la carne, donde libremente se goza; por lo cual dijo: Apártalos, Amado, es a saber, de comunicármelos en carne.

§ 13.6

Y para que entendamos mejor qué vuelo sea éste, es de notar que, como habemos dicho, en aquella visitación del Espíritu divino es arrebatado con gran fuerza el del alma a comunicar con el Espíritu, y destituye al cuerpo, y deja de sentir en él y de tener en él sus acciones, porque las tiene en Dios; que por eso, dijo san Pablo (2 Cor. 12, 2) que en aquel rapto suyo no sabía si estaba su alma recibiéndole en el cuerpo o fuera del cuerpo.

§ 14.1

Y esto fue al tiempo que en la canción que acabamos de declarar dijo: Vuélvete, paloma.

§ 14.3

Y es de notar que, así como en el arca de Noé, según dice la divina Escritura (Gn. 6, 14 ss.), había muchas mansiones para muchas diferencias de animales, y todos los manjares que se podían comer, así el alma en este vuelo que hace a esta divina arca del pecho de Dios no sólo echa de ver en ellas las muchas mansiones que Su Majestad dijo por san Juan (14, 2) que había en la casa de su Padre, mas ve y conoce allí todos los manjares, esto es, todas las grandezas que puede gustar el alma, que son todas las cosas que se contienen en las dos sobredichas canciones, significadas por aquellos vocablos comunes; las cuales en sustancia son las que se siguen:

§ 14.5

En las cuales dice la Esposa que todas estas cosas es su Amado en sí, y lo es para ella, porque, en lo que Dios suele comunicar en semejantes excesos, siente el alma y conoce la verdad de aquel dicho que dijo san Francisco, es a saber: Dios mío, y todas las cosas.

§ 14.5

Que, por cuanto en este caso se une el alma con Dios, siente ser todas las cosas Dios, según lo sintió san Juan (1, 4) cuando dijo: Quod factum est, in ipso vita erat, es a saber: Lo que fue hecho, en él era vida.

§ 14.10

Lo cual quiso dar a entender David (Sal. 67, 34) cuando dijo: Ecce dabit voci suae vocem virtutis, que quiere decir: Mirad, que Dios dará a su voz voz de virtud; la cual virtud es la voz interior.

§ 14.11

Y por eso dijo a la Esposa en los Cantares (2, 14): Sonet vox tua in auribus meis, vox enim tua dulcis, que quiere decir: Suene tu voz en mis oídos, porque es dulce tu voz.

§ 14.15

Que por eso, para dar a entender san Pablo (2 Cor. 12, 4) la alteza de su revelación, no dijo: Vidit arcana verba, ni menos, gustavit arcana verba, sino audivit arcana verba, quae non licet homini loqui.

§ 14.16

Esta sustancia entendida, que aquí llama el alma silbo, es los ojos deseados que, descubriéndoselos el Amado, dijo, porque no los podía sufrir el sentido: ¡Apártalos, Amado!

§ 14.17

Y en romance quiere decir: De verdad a mí se me dijo una palabra escondida, y como a hurtadillas recibió mi oreja las venas de su susurro.

§ 14.17

Porque en lo que aquí dice Elifaz Temanites, que se le dijo una palabra escondida, se significa aquello escondido que se le dio al alma, cuya grandeza no pudiendo sufrir dijo: Apártalos, Amado.

§ 14.17

Porque en lo que aquí dice Elifaz Temanites, que se le dijo una palabra escondida, se significa aquello escondido que se le dio al alma, cuya grandeza no pudiendo sufrir dijo: Apártalos, Amado.

§ 14.18

Por lo cual dijo el otro profeta (Is. 24, 16) dos veces: Mi secreto para mí.

§ 14.18

Y cuando dijo: En el horror de la visión nocturna, cuando suele el sueño ocupar los hombres, me ocupó el pavor y temblor, da a entender el temor y temblor que naturalmente hace al alma aquella comunicación de arrobamiento que decíamos no podía sufrir el natural en la comunicación del espíritu de Dios.

§ 14.24

Este conocimiento entiendo quiso dar a entender David (Sal. 101, 8), cuando dijo: Vigilavi, et factus sum sicut passer solitarius in tecto, que quiere decir: Recordé y fui hecho semejante al pájaro solitario en el tejado.

§ 14.27

Y esto es lo que quiso decir el Espíritu Santo en el libro de la Sabiduría (1, 7), cuando dijo: Spiritus Domini replevit orbem terrarum, et hoc quod continet omnia, scientiam habet vocis; quiere decir: El espíritu del Señor llenó la redondez de las tierras, y este mundo, que contiene todas las cosas que él hizo, tiene ciencia de voz, que es la soledad sonora, que decimos conocer el alma aquí, que es el testimonio que de Dios todas ellas dan en sí.

§ 15.4

Los cuales, por ser de tantas maneras y tan varios, cuando David estaba bebiendo este sabroso vino del espíritu con grande sed en Dios, sintiendo el impedimento y molestia que le hacían, dijo (Sal. 62, 2): Mi alma tuvo sed en ti: cuán de muchas maneras se ha mi carne a ti.

§ 19.2

Por lo cual, para venir a él, ha menester ella estar en el punto de pureza, fortaleza y amor competente; que por eso, deseando el Espíritu Santo, que es el que interviene y hace esta junta espiritual, que el alma llegase a tener estas partes para merecerlo, hablando con el Padre y con el Hijo en los Cantares (8, 8­9) dijo: ¿Qué haremos a nuestra hermana en el día en que ha de salir a vistas y a hablar, porque es pequeñuela y no tiene crecidos los pechos? Si ella es muro, edifiquemos sobre él fuerzas y defensas plateadas; y si es puerta, guarnezcámosla con tablas cedrinas; entendiendo aquí por las fuerzas y defensas plateadas, las virtudes fuertes y heroicas, envueltas en fe, que por la plata es significada, las cuales virtudes heroicas son ya las del matrimonio espiritual, que asientan sobre el alma fuerte, que aquí es significada por el muro, en cuya fortaleza ha de reposar el pacífico Esposo sin que perturbe alguna flaqueza; y entendiendo por las tablas cedrinas las afecciones y accidentes de alto amor, el cual alto amor es significado por el cedro, y éste es el amor del matrimonio espiritual.

§ 20.3

Para declarar el orden de estas canciones más distintamente y dar a entender el que ordinariamente lleva el alma hasta llegar a este estado de matrimonio espiritual, que es el más alto de que ahora, mediante el favor divino, habemos de hablar, es de notar: que, antes que el alma aquí llegue, primero se ejercita en los trabajos y amarguras de la mortificación, y en la meditación de las cosas espirituales: que al principio dijo el alma desde la primera canción hasta aquella que dice: Mil gracias derramando.

§ 20.8

Por tanto la Esposa en los Cantares (8, 1) deseando este estado dijo al Esposo: ¿Quién te me diese hermano mío que mamases los pechos de mi madre de manera que te hallase yo solo afuera y te besase y ya no me despreciase nadie? En llamarle hermano da a entender la igualdad que hay en el desposorio de amor entre los dos antes de llegar a este estado.

§ 22.3

Ya habemos dicho que este lecho del alma es el Esposo dijo de Dios, el cual está florido para el alma; porque, estando ella ya unida y recostada en él, hecha Esposa, se le comunica el pecho y el amor del Amado, lo cual es comunicársele la sabiduría, y secretos, y gracias, y virtudes, y dones de Dios, con los cuales está ella tan hermoseada y rica y llena de deleites, que le parece estar en un lecho de variedad de suaves flores divinas, que con su toque la deleitan y con su olor la recrean.

§ 22.9

Esto mismo dijo en los Cantares (3, 7­8) la Esposa por otras palabras, diciendo: Mirad el lecho de Salomón, que le cercan sesenta fuertes de los fortísimos de Israel, cada uno la espada sobre su muslo para defensa de los temores nocturnos.

§ 24.3

De donde profetizando Isaías (11, 3) la perfección de Cristo, dijo: Replebit eum spiritus timoris Domini, que quiere decir: Henchirle ha el espíritu del temor de Dios.

§ 24.6

Y que el entendimiento beba sabiduría, en el mismo libro (8, 2) lo dice la Esposa, adonde, deseando ella llegar a este beso de unión y pidiéndolo al Esposo, dijo: Allí me enseñarás, es a saber, sabiduría y ciencia en amor; y yo te daré a ti una bebida de vino adobado, conviene a saber, mi amor adobado con el tuyo, esto es, transformado en el tuyo.

§ 24.13

Y, confortado por la morada que Dios hace en él, dijo: Insipientísimo soy sobre todos los varones, y sabiduría de hombres no está conmigo.

§ 25.7

Todo lo cual dio bien a entender David (Sal. 61, 2­3) cuando dijo, hablando de su alma, en este estado: ¿Por ventura no estará mi alma sujeta a Dios? Sí; porque de él tengo yo mi salud, y porque él es mi Dios y mi Salvador, recibidor mío, no tendré más movimiento.

§ 26.1

De donde, porque el alma aquí tiene perfecto amor, por eso se llama Esposa del Hijo de Dios, lo cual significa igualdad con él, en la cual igualdad de amistad todas las cosas de los dos son comunes a entrambos, como el mismo Esposo lo dijo a sus discípulos (Jn. 15, 15), diciendo: Ya os he dicho mis amigos, porque todo lo que oí de mi Padre os lo he manifestado.

§ 26.8

Esto quiso dar a entender David (Sal. 58, 10) cuando dijo: Mi fortaleza guardaré para ti.

§ 27.1

Por lo cual, aun a lo que es vida activa y otros ejercicios exteriores desfallece, por cumplir de veras con la una cosa sola que dijo el Esposo era necesaria (Lc. 10, 42), y es: la asistencia y continuo ejercicio de amor en Dios.

§ 28.5

También se entiende aquí por las frescas mañanas las obras hechas en sequedad y dificultad del espíritu, las cuales son denotadas por el fresco de las mañanas del invierno, y estas obras hechas por Dios en sequedad de espíritu y dificultad son muy preciadas de Dios, porque en ellas grandemente se adquieren las virtudes y dones; y las que se adquieren de esta suerte y con trabajo por la mayor parte son más escogidas y esmeradas y más firmes que si se adquiriesen sólo con el sabor y regalo del espíritu; porque la virtud en la sequedad y dificultad y trabajo echa raíces, según Dios dijo a san Pablo (2 Cor. 12, 9), diciendo: La virtud en la flaqueza se hace perfecta.

§ 28.6

De donde, hablando David (Sal. 44, 10) con Cristo en este caso, dijo: Astitit regina a dextris tuis in vestitu deaurato circumdata varietate, que quiere decir.

§ 28.6

De donde hablando la Esposa en los Cantares (1, 3) con el Esposo, dijo: Tráeme después de ti correremos.

§ 32.3

Y llámala paloma porque así la llama en los Cantares (2, 10) para denotar la sencillez y mansedumbre de condición y amorosa contemplación que tiene; porque la paloma no sólo es sencilla y mansa, sin hiel, mas también tiene los ojos claros y amorosos; que, por eso, para denotar el Esposo en ella esta propiedad de contemplación amorosa con que mira a Dios, dijo allí también (1, 14) que tenía los ojos de paloma; la cual, dice:

§ 34.5

Esta es la adopción de los hijos de Dios; que de veras dirán a Dios lo que el mismo Hijo dijo por san Juan (17, 10) al Eterno Padre, diciendo: Todas mis cosas son tuyas y tus cosas son mías.

§ 34.5

Y así lo dijo él, no sólo por sí, que es la cabeza, sino por todo su cuerpo místico, que es la Iglesia; la cual participará la misma hermosura del Esposo en el día de su triunfo, que será cuando vea a Dios cara a cara.

§ 34.8

A este monte y collado deseaba venir la Esposa cuando dijo (Ct. 4, 6): Iré al monte de la mirra y al collado del incienso; entendiendo por el monte de la mirra la visión clara de Dios, y por el collado del incienso la noticia en las criaturas, porque la mirra en el monte es de más alta especie que el incienso en el collado.

§ 34.11

De donde hablando David (Sal. 18, 10­12) del sabor de ellos dijo así: Los juicios de Dios son verdaderos y en sí mismos tienen justicia; son más deseables y codiciados que el oro y que la preciosa piedra de grande estima; y son dulces sobre la miel y el panal, tanto, que tu siervo los amó y guardó.

§ 34.12

De donde, deseando el profeta Job (6, 8­10) este padecer por ver a Dios, dijo: ¿Quién me dará que mi petición se cumpla, y que Dios me dé lo que espero, y que el que me comenzó ése me desmenuce, y desate su mano, y me acabe, y tenga yo esta consolación, que afligiéndome con dolor no me perdone?

§ 35.4

Que, por eso, dijo san Pablo (Cl. 2, 3) del mismo Cristo, diciendo: En Cristo moran todos los tesoros y sabiduría escondidos.

§ 35.7

Que, por haber en la sabiduría de Dios tan innumerables juicios y misterios, dijo la Esposa al Esposo en los Cantares (5, 14): Tu vientre es de marfil, distinto en zafiros; por los cuales zafiros son significados los dichos misterios y juicios de la divina Sabiduría (que allí es significada por el vientre), porque zafiro es una piedra preciosa de color de cielo cuando está claro y sereno.

§ 36.7

Pero, porque no se deje de decir algo de aquello, digamos lo que dijo de ello Cristo a san Juan en el Apocalipsis (2­3) por muchos términos y vocablos y comparaciones en siete veces, por no poder ser comprehendido aquello en un vocablo, ni en una vez, porque aun en todas aquéllas se quedó por decir.

§ 37.4

Porque esto es lo que entiendo quiso decir san Pablo (Gl. 4, 6), cuando dijo: Por cuanto sois hijos de Dios, envió Dios en vuestros corazones el espíritu de su Hijo, clamando al Padre.

§ 37.6

De donde san Pedro (2 Pe. 1, 2­4) dijo: Gracia y paz sea cumplida y perfecta en vosotros en el conocimiento de Dios y de Jesucristo Nuestro Señor, de la manera que nos son dadas todas las cosas de su divina virtud para la vida y la piedad, por el conocimiento de aquel que nos llamó con su propia gloria y virtud, por el cual muy grandes y preciosas promesas nos dio, para que por estas cosas seamos hechos compañeros de la divina naturaleza.

§ 37.9

Que por eso dijo el Esposo (Ct. 2, 14): Tu voz es dulce, es a saber, no sólo para ti, sino también para mí, porque, estando conmigo en uno, das tu voz en uno de dulce filomena para mí conmigo.

§ 38.5

Los cuales en este estado dice aquí la Esposa que descienden a vista de las aguas espirituales, porque de tal manera está ya en este estado de matrimonio espiritual purificada y en alguna manera espiritualizada la parte sensitiva e inferior del alma, que ella con sus potencias sensitivas y fuerzas naturales se recogen a participar y gozar en su manera de las grandezas espirituales que Dios está comunicando al alma en lo interior del espíritu, según lo dio a entender David (Sal. 83, 3) cuando dijo: Mi corazón y mi carne se gozaron en Dios vivo.

    

Juan de la Cruz (1542-1591)    Cantico espiritual CA

    

Juan de la Cruz (1542-1591)    Cautelas

    

Juan de la Cruz (1542-1591)    Dichos de luz y amor

    

Juan de la Cruz (1542-1591)    Epistolario

§ 13

Y más insipiente sería si anduviese a buscar esta suavidad en Dios y se gozase y detuviese en ella; porque de esa manera ya no andaría a buscar a Dios con la voluntad fundada en vacío de fe y caridad, sino el gusto y suavidad espiritual, que es criatura, siguiendo su gusto y apetito; y así, ya no amaría a Dios puramente sobre todas las cosas, lo cual es poner toda la fuerza de la voluntad en él, porque, asiéndose y arrimándose en aquella criatura con el apetito, no sube la voluntad sobre ella a Dios, que es inaccesible; porque es cosa imposible que la voluntad pueda llegar a la suavidad y deleite de la divina unión, ni abrazar ni sentir los dulces y amorosos abrazos de Dios, si no es que sea en desnudez y vacío de apetito en todo gusto particular, así de arriba como de abajo; porque esto quiso decir David cuando dijo: Dilata os tuum, et implebo illud (Sal. 80, 11).

§ 13

Esto enseñó Isaías (55,1) cuando dijo: Todos los que tenéis sed, venid a las aguas, etc.; donde convida a los que de solo Dios tienen sed a la hartura de las aguas divinas de la unión de Dios, y no tienen plata de apetito.

    

Juan de la Cruz (1542-1591)    Grados de Perfecciòn

    

Juan de la Cruz (1542-1591)    La Subida del Monte Carmelo

§ 1.2.3

En la segunda noche le dijo que sería admitido en la compañía de los santos patriarcas, que son los padres de la fe.

§ 1.2.4

En la tercera noche le dijo el ángel que conseguiría la bendición, que es Dios, el cual, mediante la segunda noche, que es fe, se va comunicando al alma tan secreta e íntimamente, que es otra noche para el alma, en tanto que se va haciendo la dicha comunicación muy más oscura que estotras, como luego diremos.

§ 1.2.4

Como también el ángel dijo a Tobías que, pasada la tercera noche, se juntaría con su esposa con temor del Señor; el cual temor de Dios cuando está perfecto, está perfecto el amor, que (es) cuando se hace la transformación por amor del alma (con Dios).

§ 1.4.3

Que por eso dijo David (Sal. 113, 8), hablando de los que ponían su afición en los ídolos: Similes illis fiant qui faciunt ea, et omnes qui confidunt in eis, que quiere decir: Sean semejantes a ellos los que ponen su corazón en ellos.

§ 1.4.6

Y ésta es la causa por que Sara dijo a su marido Abraham que echase fuera a la esclava y a su hijo, diciendo que no había de ser heredero el hijo de la esclava con el hijo de la libre (Gn. 21, 10).

§ 1.5.2

Que, por eso, Nuestro Señor, enseñándonos este camino, dijo por san Lucas (14, 33): Qui non renuntiat omnibus quae possidet, non potest meus esse discipulus.

§ 1.6.2

Que, por eso, dijo Nuestro Salvador por san Mateo (15, 26): Non est bonum sumere panem filiorum et mittere canibus, esto es: No es cosa conveniente tomar el pan de los hijos y darlo a los canes.

§ 1.6.6

A este propósito dijo Jeremías (2, 24): In desiderio animae suae attraxit ventum amoris sui; como si dijera: En el apetito de su voluntad atrajo a sí el viento de su afición.

§ 1.8.7

Y si en éste pudieron tanto, que tenía tanta noticia de la distancia que hay entre el bien y el mal, ¿qué no podrán contra nuestra rudeza los apetitos no mortificados? Pues, como dijo Dios al profeta Jonás (4, 11) de los ninivitas, no sabemos lo que hay entre la siniestra y la diestra, porque a cada paso tenemos lo malo por bueno, y lo bueno por malo, y esto de nuestra cosecha lo tenemos.

§ 1.9.5

Y entonces dijo Dios a Ezequiel: Hijo del hombre, ¿de veras no has visto las abominaciones que hacen éstos, cada uno en lo secreto de su retrete? (3, 12).

§ 1.10.1

Lo cual entendiendo bien David (Sal. 58, 10), dijo hablando con Dios: Fortitudinem meam ad te custodiam: Yo guardaré mi fortaleza para ti, esto es, recogiendo la fuerza de mis apetitos sólo a ti.

§ 1.11.5

Harto es de dolerse que haya Dios hécholes quebrar otros cordeles más gruesos de aficiones de pecados y vanidades, y por no desasirse de una niñería que les dijo Dios que venciesen por amor de él, que no es más que un hilo y que un pelo, dejen de ir a tanto bien.

§ 1.11.5

Que eso quiso Nuestro Señor darnos a entender cuando dijo: El que no es conmigo, es contra mí; y el que conmigo no allega, derrama (Mt. 12, 30).

§ 1.11.7

De lo dicho tenemos figura en el libro de los Jueces (2, 3), donde se dice que vino el ángel a los hijos de Israel y les dijo que, porque no habían acabado con aquella gente contraria, sino antes se habían confederado con algunos de ellos, por eso se los había de dejar entre ellos por enemigos, para que les fuesen ocasión de caída y perdición.

§ 1.12.6

Según lo cual dijo Nuestro Señor a san Pablo (2 Cor. 12, 9) que la virtud se perfeccionaba en la flaqueza.

§ 2.1.3

Y, por eso, dice el alma en ésta que iba a oscuras y segura, lo cual no lo dijo en la otra; porque cuanto menos el alma obra con habilidad propia, va más segura, porque va más en fe.

§ 2.3.4

Por lo cual dijo Isaías (7, 9): Si non credideritis, non intelligetis, esto es: Si no creyéredes, no entenderéis.

§ 2.4.4

Porque eso quiso decir también san Pablo (Heb. 11, 6), cuando dijo: Accedentem ad Deum oportet credere quod est; quiere decir: Al que se ha de ir uniendo a Dios, conviénele que crea su ser.

§ 2.5.5

Y esto es lo que quiso dar a entender san Juan (1, 13) cuando dijo: Qui non ex sanguinibus, neque ex voluntate carnis, neque ex voluntate viri, sed ex Deo nati sunt; como si dijera; Dio poder para que puedan ser hijos de Dios, esto es, se puedan transformar en Dios, solamente aquellos que no de las sangres, esto es, que no de las complexiones y composiciones naturales son nacidos, ni tampoco de la voluntad de la carne, esto es, del albedrío de la habilidad y capacidad natural, ni menos de la voluntad del varón; en lo cual se incluye todo modo y manera de arbitrar y comprehender con el entendimiento.

§ 2.6.5

Y aquí debemos notar aquella parábola que nuestro Redentor dijo por san Lucas a los once capítulos (v. 5), en que dijo que el amigo había de ir a la media noche a pedir los tres panes a su amigo, los cuales panes significan estas tres virtudes.

§ 2.6.5

Y aquí debemos notar aquella parábola que nuestro Redentor dijo por san Lucas a los once capítulos (v. 5), en que dijo que el amigo había de ir a la media noche a pedir los tres panes a su amigo, los cuales panes significan estas tres virtudes.

§ 2.6.5

Y dijo que a la media noche los pedía, para dar a entender que el alma a oscuras de todas las cosas, según sus potencias, ha de adquirir estas tres virtudes y en esa noche se ha de perfeccionar en ellas.

§ 2.7.1

Para haber ahora de tratar de la desnudez y pureza de las tres potencias del alma, era necesario otro mayor saber y espíritu que el mío, con que pudiese bien dar a entender a los espirituales cuán angosto sea este camino que dijo nuestro Salvador que guía a la vida, para que, persuadidos en esto, no se maravillen del vacío y desnudez en que en esta noche habemos de dejar las potencias del alma.

§ 2.7.2

Para lo cual se deben notar con advertencia las palabras que por san Mateo, en el capítulo 7 (v. 14), nuestro Salvador dijo de este camino, diciendo así: Quam angusta porta, et arcta via est, quae ducit ad vitam, et pauci sunt qui inveniunt eam; quiere decir: ¡Cuán angosta es la puerta y estrecho el camino que guía a la vida, y pocos son los que le hallan! En la cual autoridad debemos mucho notar aquella exageración y encarecimiento que contiene en sí aquella partícula quam; porque es como si dijera: de verdad es mucho angosta más que pensáis.

§ 2.7.4

De donde, instruyéndonos e induciéndonos nuestro Señor en este camino, dijo por san Marcos, capítulo 8 (v. 34­35) aquella tan admirable doctrina, no sé si diga tanto menos ejercitada de los espirituales cuanto les es más necesaria, la cual, por serlo tanto y tan a nuestro propósito, la referiré aquí toda, y declararé según el germano y espiritual sentido de ella.

§ 2.7.7

De donde nuestro Señor por san Mateo (11, 30) dijo: Mi yugo es suave y mi carga ligera, la cual es la cruz.

§ 2.7.10

Cuanto a lo primero, cierto está que él murió a lo sensitivo, espiritualmente en su vida y naturalmente en su muerte; porque, como él dijo (Mt. 8, 20), en la vida no tuvo dónde reclinar su cabeza, y en la muerte lo tuvo menos.

§ 2.9.1

Que eso es lo que quiso decir san Pablo en la autoridad que arriba dijimos (Heb. 11, 6), diciendo: El que se ha de juntar con Dios, conviénele crea, esto es: que vaya por fe caminando a él, lo cual ha de ser el entendimiento ciego y a oscuras en fe sólo, porque debajo de esta niebla se junta con Dios el entendimiento, y debajo de ella está Dios escondido, según lo dijo David (Sal. 17, 10) por estas palabras: La oscuridad puso debajo de sus pies.

§ 2.9.2

En lo que dijo que puso oscuridad debajo de sus pies, y que a las tinieblas tomó por escondrijo, y aquel su tabernáculo en derredor de él es el agua tenebrosa, se denota la oscuridad de la fe en que él está encerrado.

§ 2.9.3

En figura de lo cual leemos en la sagrada Escritura (3 Re. 8, 12) que, acabando Salomón de edificar el templo, bajó Dios en tiniebla e hinchió el templo de manera que no podían ver los hijos de Israel; y entonces habló Salomón y dijo: El Señor ha prometido que ha de morar en tiniebla.

§ 2.9.4

Luego claro está que, para venir el alma en esta vida a unirse con Dios y comunicar inmediatamente con él, que tiene necesidad de unirse con la tiniebla que dijo Salomón (3 Re. 8, 12) en que había Dios prometido de morar, y de ponerse junto al aire tenebroso en que fue Dios servido de revelar sus secretos a Job, y tomar en las manos a oscuras las urnas de Gedeón, para tener en sus manos, esto es, en las obras de su voluntad, la luz, que es la unión de amor, aunque a oscuras en fe, para que luego, en quebrándose los vasos de esta vida, que sólo impedía la luz de la fe, se vea cara a cara en gloria.

§ 2.11.7

De donde una de las causas por donde dijo el Señor (Jn. 16, 7) a sus discípulos que les convenía que él se fuese para que viniese el Espíritu Santo, era ésta.

§ 2.14.1

Por lo cual dijo el santo Job (6, 6): Numquid poterit comedi insulsum, quod non est sale conditum? ¿Por ventura (se) podrá comer lo desabrido, que no está guisado con sal? Esta es la causa de no poder considerar ni discurrir como antes: el poco sabor que en ello halla el espíritu y el poco provecho.

§ 2.16.3

Y también el demonio procura con las suyas, aparentemente buenas, engañar al alma, como es de ver en el de los Reyes (3 Re. 22, 11), cuando engañó a todos los profetas de Acab, representándoles en la imaginación los cuernos con que dijo había de destruir a los asirios, y fue mentira.

§ 2.16.9

Y que el alma no pueda llegar a lo alto de Dios, cual en esta vida se puede, por medio de algunas formas y figuras, también lo dice el mismo Espíritu Santo en los Números (12, 6­8), donde, reprehendiendo Dios a Aarón y María, hermanos de Moisés, porque murmuraban contra él, queriendo darles a entender el alto estado en que le había puesto de unión y amistad consigo, dijo: Si quis inter vos fuerit propheta Domini in visione apparebo ei, vel per somnium loquar ad illum.

§ 2.16.15

Porque, aun con estar san Pedro tan cierto de la visión de gloria que vio en Cristo en la transfiguración, después de haberlo contado en su Epístola 2ª canónica (1, 17­18), no quiso que lo tomasen por principal testimonio de firmeza, sino, encaminándolos a la fe, dijo (1, 19): Et habemus firmiorem propheticum sermonem: cui benefacitis attendentes, quasi lucernae lucenti in caliginoso loco, donec dies elucescat, etc.; quiere decir: Y tenemos más firme testimonio que esta visión del Tabor, que son los dichos y palabras de los profetas que dan testimonio de Cristo, a las cuales hacéis bien de arrimaros, como a la candela que da luz en el lugar oscuro.

§ 2.17.8

Que por eso dijo David (Sal. 147, 17): Mitit crystallum suam sicut buccellas; que es tanto como decir: Envía su sabiduría a las almas como a bocados.

§ 2.17.8

Y por eso también a san Pablo le daba pena esta poca disposición y pequeñez para recibir el espíritu, cuando, escribiendo a los de Corinto (1 Cor. 3, 1­2), dijo: Yo, hermanos, como viniese a vosotros, no os pude hablar como a espirituales, sino como a carnales; porque no pudisteis recibirlo, ni tampoco ahora podéis.

§ 2.19.2

En el Génesis (15, 7) dijo Dios a Abraham, habiéndole traído a la tierra de los cananeos: Tibi dabo terram hanc; que quiere decir: Esta tierra te daré a ti.

§ 2.19.2

Y como se lo dijese muchas veces y Abraham fuese ya muy viejo y nunca se la daba, diciéndoselo Dios otra vez, respondió Abraham y dijo (Gn. 15, 8): Domine, unde scire possum quod possesurus sum eam?, esto es: Señor, ¿de dónde o por qué señal tengo de saber que la tengo de poseer? Entonces le reveló Dios que no él en persona, sino sus hijos, después de cuatrocientos años, la habían de poseer.

§ 2.19.3

También a su nieto Jacob, al tiempo que José, su hijo, le llevó a Egipto por la hambre de Canaán, estando en el camino, le apareció Dios y le dijo (Gn. 46, 3­4): Jacob, Jacob, noli timere, descende in Aegyptum, quia in gentem magnam faciam te ibi.

§ 2.19.7

Porque ¿quién dejará de confundirse y errar si se atara a la letra en aquella profecía que dijo David de Cristo (salmo 71, y en todo lo que dice en él) donde dice: Et dominabitur a mari usque ad mare, et a flumine usque ad terminos orbis terrarum (v. 8), esto es: Enseñorearse ha desde un mar hasta otro mar y desde el río hasta los términos de la tierra; y en lo que allí también dice: Liberabit pauperem a potente, et pauperem cui non erat adiutor (v. 12); que quiere decir: Liberará al pobre del poder del poderoso, y al pobre que no tenía ayudador; viéndole después nacer en bajo estado, y vivir en pobreza, y morir en miseria, y que no sólo temporalmente no se enseñoreó de la tierra mientras vivió, sino que se sujetó a gente baja, hasta que murió debajo del poder de Poncio Pilato, y que no sólo a sus discípulos pobres no los libró de las manos de los poderosos temporalmente, mas los dejó matar y perseguir por su nombre.

§ 2.19.8

De donde, cegándose ellos de la bajeza de la letra y no entendiendo el espíritu y verdad de ella, quitaron la vida a su Dios y Señor, según San Pablo (Act. 13, 27) dijo en esta manera: Qui enim habitabant Ierusalem et principes eius hunc ignorantes, et voces prophetarum, quae per omne sabbatum leguntur, iudicantes impleverunt; que quiere decir: los que moraban en Jerusalén y los príncipes de ella no sabiendo quién era ni entendiendo los dichos de los profetas, que cada sábado se recitan, juzgando, le acabaron.

§ 2.19.9

Lo cual no lo dijo de suyo; y él lo dijo y entendió a un fin, y el Espíritu Santo a otro.

§ 2.19.9

Lo cual no lo dijo de suyo; y él lo dijo y entendió a un fin, y el Espíritu Santo a otro.

§ 2.20.5

Y cuándo ellos están pendientes de estas causas Dios solo sabe, que no siempre lo declara, sino dice el dicho o hace la revelación y calla la condición algunas veces, como hizo a los ninivitas, que determinadamente les dijo que habían de ser destruidos pasados cuarenta días (Jon. 3, 4).

§ 2.20.5

Que por eso entiendo que dijo el Sabio (Ecli. 5, 1): Dios está sobre el cielo, y tú sobre la tierra; por tanto, no te alargues ni arrojes en hablar.

§ 2.20.6

En lo cual, aunque el santo profeta decía con resignación y en figura del hombre flaco que no puede sufrir las vías y vueltas de Dios, da bien a entender en esto la diferencia del cumplimiento de los dichos divinos, del común sentido que suenan, pues a los divinos profetas tenían por burladores, y ellos sobre la profecía padecían tanto, que el mismo Jeremías en otra parte (Lm. 3, 47) dijo: Formido et laqueus facta est nobis vaticinatio et contritio; que quiere decir: Temor y lazo se nos ha hecho la profecía, y contradicción de espíritu.

§ 2.20.7

Y así, porque no hiciesen burla de él cuando no viesen cumplida su profecía, se iba huyendo por no profetizar; y así estuvo esperando todos los cuarenta días fuera de la ciudad, a ver si se cumplía su profecía; y, como no se cumplió, se afligió grandemente, tanto que dijo a Dios (Jon. 4, 2): Obsecro, Domine, numquid non hoc est verbum meum, cum adhuc essem in terra mea? propter hoc praeoccupavi, ut fugerem in Tharsis; esto es: Ruégote, Señor, ¿por ventura no es esto lo que yo decía, estando en mi tierra? Por eso contradije, y me fui huyendo a Tarsis.

§ 2.21.1

Bien sabía esto el rey Acab, pues que, aunque de parte de Dios le dijo Isaías que pidiese una señal, no quiso hacerlo, diciendo (Is. 7, 12): Non petam, et non tentabo Dominum, esto es: No pediré tal cosa y no tentaré a Dios.

§ 2.21.3

Y así, dijo a Samuel (1 Sm. 8, 7): Audi vocem populi in omnibus quae loquuntur tibi: non enim te abiecerunt, sed me; que quiere decir: Oye la voz de este tu pueblo y concédeles el rey que te piden, porque no te han desechado a ti, sino a mí, porque no reine yo sobre ellos.

§ 2.21.5

Y este consejo se nos da en la sagrada Escritura (2 Par. 20, 12), donde leemos que, estando el rey Josafat afligidísimo cercado de enemigos, poniéndose en oración, dijo el santo rey a Dios: Cum ignoramus quod facere debeamus, hoc solum habemus residui, ut oculos nostros dirigamus ad te.

§ 2.21.6

Y también leemos en los Números (22, 32) que se enojó Dios mucho contra Balam profeta porque fue a los madianitas llamado por Balac, rey de ellos, aunque dijo Dios que fuese porque tenía él gana de ir y lo había pedido a Dios; porque, estando ya en el camino, le apareció el ángel con la espada y le quería matar, y le dijo: Perversa est via tua mihique contraria: Tu camino es perverso y a mí contrario.

§ 2.21.6

Y también leemos en los Números (22, 32) que se enojó Dios mucho contra Balam profeta porque fue a los madianitas llamado por Balac, rey de ellos, aunque dijo Dios que fuese porque tenía él gana de ir y lo había pedido a Dios; porque, estando ya en el camino, le apareció el ángel con la espada y le quería matar, y le dijo: Perversa est via tua mihique contraria: Tu camino es perverso y a mí contrario.

§ 2.21.9

Lo cual dio a entender la santa Judit (11, 12) a Holofernes, la cual, para persuadirle que los hijos de Israel habían de ser destruidos sin falta, le contó muchos pecados de ellos primero y miserias que hacían, y luego dijo: Et, quoniam hoc faciunt, certum est quod in perditionem dabuntur; que quiere decir: Pues hacen estas cosas, está cierto que serán destruidos.

§ 2.22.7

Porque la hora que Cristo dijo en la cruz: Consummatum est (Jn. 19, 30), cuando expiró, que quiere decir: Acabado es, no sólo se acabaron esos modos, sino todas esotras ceremonias y ritos de la Ley Vieja.

§ 2.22.8

Y si David por sí mismo algunas veces preguntó a Dios, es porque era profeta, y aun, con todo eso, no lo hacía sin la vestidura sacerdotal, como se ve haberlo hecho en el primero de los Reyes (23, 9), donde dijo a Abimelec sacerdote: Applica ad me ephod, que era una vestidura de las más autorizadas del sacerdote, y con ella consultó con Dios.

§ 2.22.9

Y fue, que, como Dios le vio flaco, le dijo: Levántate y desciende del real; et cum sudieris quod loquantur, tunc confortabuntur manus tuae, et securior ad hostium castra descendes, esto es: Cuando oyeres allí lo que hablan los hombres, entonces recibirás fuerzas en lo que te he dicho y bajarás con más seguridad a los ejércitos de los enemigos.

§ 2.22.11

Y así lo quiere Dios, porque en aquellos que se juntan a tratar la verdad, se junta él allí para declararla y confirmarla en ellos, fundada sobre razón natural, como dijo que lo había de hacer con Moisés y Aarón juntos, siendo en la boca del uno y en la boca del otro.

§ 2.22.11

Que por eso también dijo en el Evangelio (Mt. 18, 20) que: Ubi fuerint duo vel tres congregati in nomine meo, ibi sum ego in medio eorum; esto es: Donde estuvieren dos o tres juntos para mirar lo que es más honra y gloria de mi nombre, yo estoy allí en medio de ellos, es a saber: aclarando y confirmando en sus corazones las verdades de Dios.

§ 2.22.11

Y es de notar que no dijo: Donde estuviere uno solo, yo estoy allí, sino, por lo menos, dos: para dar a entender que no quiere Dios que ninguno a solas se crea para sí las cosas que tiene por de Dios, ni se confirme ni afirme en ellas sin la Iglesia o sus ministros, porque con éste solo no estará él aclarándole y confirmándole la verdad en el corazón, y así quedará en ella flaco y frío.

§ 2.24.2

Que, por eso, dijo Dios a Moisés (Ex. 33, 20) cuando le rogó le mostrase su esencia: Non videbit me homo, et vivet, esto es: No me verá hombre que pueda quedar vivo.

§ 2.24.2

Y también en los Jueces (13, 22), pensando Manué, padre de Sansón, que había visto esencialmente, el ángel que hablaba con él y con su mujer, el cual les había aparecido en forma de varón muy hermoso, dijo a su mujer: Morte moriemur, quia vidimus Dominum, que quiere decir: Moriremos, porque habemos visto al Señor.

§ 2.24.3

De donde también, cuando se cree haberle mostrado Dios su esencia a Moisés, se lee (Ex. 33, 22) que le dijo Dios que él le pondría en el horado de la piedra y ampararía cubriéndole con la diestra, y amparándole porque no muriese cuando pasase su gloria, la cual pasada era mostrarse por vía de paso, amparando él con su diestra la vida natural de Moisés.

§ 2.26.4

Y así David (Sal. 18, 10­11), habiendo por él pasado algo de esto, sólo dijo (de ello) con palabras comunes y generales, diciendo: Iudicia Domini vera, iustificata in semetipsa.

§ 2.26.4

Y de Moisés leemos (Ex. 34, 6­7) que en una altísima noticia que Dios le dio de sí, una vez que pasó delante de él, sólo dijo lo que se puede decir por los dichos términos comunes, y fue que, pasando el Señor por él en aquella noticia, se postró Moisés muy aprisa en la tierra, diciendo: Dominator Domine Deus, misericors et clemens, patiens et multae miserationis ac verax.

§ 2.26.4

Donde se ve que, no pudiendo Moisés declarar lo que en Dios conoció en una sola noticia, lo dijo y rebosó por todas aquellas palabras.

§ 2.26.10

Que esto es lo que quiso decir el Hijo de Dios por san Juan (14, 21), cuando dijo: Qui autem diligit me, diligetur a Patre meo, et ego diligam eum, et manifestabo ei meipsum, que quiere decir: El que me ama, será amado de mi Padre, y yo le amaré y me manifestaré a mí mismo a él.

§ 2.26.15

Y de que también de los hechos y casos de los hombres puedan tener los espirituales noticia aunque estén ausentes, tenemos testimonio y ejemplo en el cuarto de los Reyes (5, 26), donde, queriendo Giezi, siervo de nuestro Padre Eliseo, encubrirle el dinero que había recibido de Naamán Siro, dijo Eliseo: Nonne cor meum in praesenti erat, quando reversus est homo de curru suo in ocursum tui?: ¿Por ventura mi corazón no estaba presente cuando Naamán revolvió de su carro y te salió al encuentro? Lo cual acaeció espiritualmente, viéndolo con (el) espíritu como si pasase en presencia.

§ 2.26.15

Y lo mismo se prueba en el mismo libro (4 Re. 6, 11­12), donde se lee también del mismo Eliseo que, sabiendo todo lo que el rey de Siria trataba con sus príncipes en su secreto, lo decía al rey de Israel, y así no tenían efecto sus consejos, tanto, que viendo el rey de Siria que todo se sabía, dijo a su gente: ¿Por qué no me decís quién de vosotros me es traidor acerca del rey de Israel? Y entonces díjole uno de sus siervos: Nequaquam, domine mi rex, sed Eliseus propheta, qui est in Israel indicat regi Israel omnia verba quaecumque locutus fueris in conclavi tuo: No es así, señor mío, rey, sino que Eliseo profeta, que está en Israel, manifiesta al rey (de Israel) todas las palabras que en tu secreto hablas.

§ 2.27.5

E importa tanto esto de allegarse los ojos cerrados a las profecías pasadas en cualquiera nueva revelación, que, con haber el apóstol san Pedro visto la gloria del Hijo de Dios en alguna manera en el monte Tabor, con todo, dijo en su canónica (2 Pe. 1, 19) estas palabras: Et habemus firmiorem propheticum sermonem: cui benefacitis attendentes, etc.; lo cual es como si dijera: Aunque es verdad la visión que vimos de Cristo en el monte, más firme y cierta es la palabra de la profecía que nos es revelada, a la cual arrimando vuestra alma, hacéis bien.

§ 2.27.6

Que eso es lo que quiso decir Salomón (Ecli. 7, 1) cuando dijo: ¿Qué necesidad tiene el hombre de querer y buscar las cosas que son sobre su capacidad natural? Como si dijéramos: Ninguna necesidad tiene para ser perfecto de querer cosas sobrenaturales por vía sobrenatural, que es sobre su capacidad.

§ 2.30.4

En estas palabras formales no tiene el alma que dudar si las dice ella, porque bien se ve que no, mayormente cuando ella no estaba en lo que se le dijo; y si lo estaba, siente muy clara y distintamente que aquella viene de otra parte.

§ 2.31.1

Porque esto es lo que quiso decir David (Sal. 67, 34) cuando dijo: Catad, que él dará a su voz, voz de virtud.

§ 2.31.1

Y así lo hizo con Abraham, que, en diciendo que le dijo: Anda en mi presencia y sé perfecto (Gn. 17, 1), luego fue perfecto y anduvo siempre acatando a Dios.

§ 3.3.5

Tal dijo el Esposo en los Cantares (4, 12) que había de ser su Esposa, diciendo: Mi hermana es huerto cerrado y fuente sellada, es a saber, a todas las cosas que en él pueden entrar.

§ 3.6.3

Por lo cual dijo David (Sal. 38, 7): De verdad, vanamente se conturba todo hombre.

§ 3.6.4

De donde, conociendo bien Salomón (Ecli. 3, 12) el daño y provecho de esto, dijo: Conocí que no había cosa mejor para el hombre que alegrarse y hacer bien en su vida.

§ 3.6.4

Que por eso dijo Jeremías (Lm. 3, 20): Con memoria me acordaré, y mi alma en mi desfallecerá con dolor.

§ 3.10.3

Y así lo dio a entender David (Sal. 138, 11) cuando dijo: Por ventura en mis deleites me cegarán las tinieblas, y tendré la noche por mi luz.

§ 3.12.1

Y Dios dijo a Moisés (Ex. 33, 20) que no le podía ver en este estado de vida.

§ 3.13.4

Que, por eso, dijo el profeta (Hab. 2, 1): Estaré en pie sobre mi custodia y afirmaré el paso sobre mi munición, y contemplaré lo que se me dijere; que es como si dijera: levantado estaré sobre toda la guardia de mis potencias, y no daré paso adelante en mis operaciones, y así podré contemplar lo que se me dijere, esto es, entenderé y gustaré lo que se me comunicare sobrenaturalmente.

§ 3.16.6

Que, por eso, te dijo Boecio que, si querías con luz clara entender la verdad, echases de ti los gozos, y la esperanza, y temor, y dolor; porque, en cuanto estas pasiones reinan, no dejan estar al alma con la tranquilidad y paz que se requiere para la sabiduría que natural y sobrenaturalmente puede recibir.

§ 3.18.1

Que para apartarnos de él dijo también David (Sal. 61, 11): Si abundaren las riquezas, no pongáis en ellas el corazón.

§ 3.18.2

Y no quiero traer aquí más testimonios en cosa tan clara, porque tampoco acabaría de alegar Escritura, porque ¿cuándo acabaría de decir los males que de ellas dice Salomón en el Eclesiastés? El cual, como hombre que habiendo tenido muchas riquezas y sabiendo bien lo que eran, dijo que todo cuanto había debajo del sol era vanidad de vanidades, aflicción de espíritu y vana solicitud de ánimo (1, 14); y que el que ama las riquezas no sacará fruto de ellas (5, 9); y que las riquezas se guardan para mal de su señor (5, 12), según se ve en el Evangelio (Lc. 12, 20), donde a aquel que se gozaba porque tenía ganados muchos frutos para muchos años, se le dijo del cielo: Necio, esta noche te pedirán el alma para que venga a cuenta, y lo que allegaste, ¿cúyo será? Y, finalmente, cómo David (Sal. 48, 17­19) nos enseña lo mismo, diciendo que no tengamos envidia cuando nuestro vecino se enriqueciere, pues no le aprovechará nada para la otra vida; dando allí a entender que antes le podríamos tener lástima.

§ 3.18.2

Y no quiero traer aquí más testimonios en cosa tan clara, porque tampoco acabaría de alegar Escritura, porque ¿cuándo acabaría de decir los males que de ellas dice Salomón en el Eclesiastés? El cual, como hombre que habiendo tenido muchas riquezas y sabiendo bien lo que eran, dijo que todo cuanto había debajo del sol era vanidad de vanidades, aflicción de espíritu y vana solicitud de ánimo (1, 14); y que el que ama las riquezas no sacará fruto de ellas (5, 9); y que las riquezas se guardan para mal de su señor (5, 12), según se ve en el Evangelio (Lc. 12, 20), donde a aquel que se gozaba porque tenía ganados muchos frutos para muchos años, se le dijo del cielo: Necio, esta noche te pedirán el alma para que venga a cuenta, y lo que allegaste, ¿cúyo será? Y, finalmente, cómo David (Sal. 48, 17­19) nos enseña lo mismo, diciendo que no tengamos envidia cuando nuestro vecino se enriqueciere, pues no le aprovechará nada para la otra vida; dando allí a entender que antes le podríamos tener lástima.

§ 3.19.4

No basta santidad y buen juicio que tenga el hombre para que no deje de caer en este daño, si da lugar a la concupiscencia o gozo de las cosas temporales; que por eso dijo Dios por Moisés (Ex. 23, 8), avisándonos, estas palabras: No recibas dones, que hasta los prudentes ciegan.

§ 3.19.4

Y así, la causa por que el profeta Samuel fue siempre tan recto e ilustrado juez es porque, como él dijo en el libro de los Reyes (1 Re. 12, 3), nunca había recibido de alguno alguna dádiva.

§ 3.20.4

Pues que vemos en el Evangelio (Lc. 12, 20) que, sólo porque aquel rico se gozaba porque tenía bienes para muchos años, se enojó tanto Dios, que le dijo que aquella misma noche había de ser su alma llevada a cuenta.

§ 3.27.3

Porque ama Dios tanto estos bienes morales, que sólo porque Salomón le pidió sabiduría para mostrar los de su pueblo y poderle gobernar justamente, instruyéndole en buenas costumbres, se lo agradeció mucho el mismo Dios, y le dijo (3 Re. 3, 11­13; 2 Cor. 1, 11­2) que, porque había pedido sabiduría para aquel fin, que él se la daba y más lo que no había pedido, que eran riquezas y honra, de manera que ningún rey en los pasados ni en lo por venir fuese semejante a él.

§ 3.29.2

Porque de éstos son de quien dijo Cristo (Lc. 8, 12) que reciben la palabra con gozo y luego se la quita el demonio, porque no perseveren.

§ 3.31.8

Y a los que iban a Emaús primero les inflamó el corazón en fe que le viesen, yendo él disimulado con ellos (Lc. 24, 15); (y), finalmente, después los reprehendió a todos (Mc. 16, 14) porque no habían creído a los que les habían dicho su resurrección; y a Santo Tomás (Jn. 20, 29), porque quiso tomar experiencia en sus llagas, cuando le dijo que eran bienaventurados los que no viéndole le creían.

§ 3.34.1

Pero, porque allí se dijo de la manera que aquellas dos potencias les convenía haberse acerca de ellas para encaminarse a la divina unión, y de la misma manera le conviene a la voluntad haberse en el gozo acerca de ellas, no es necesario referirlas aquí.

§ 3.40.1

Porque para advertirnos esto, dijo el Apóstol (1 Cor. 3, 6; 6, 19): Mirad, que vuestros cuerpos son templos vivos del Espíritu Santo, que mora en vosotros.

§ 3.44.2

Lo mismo leemos en el Génesis (21, 13), donde, prometiendo Dios a Abraham de multiplicar la generación del hijo legítimo como las estrellas del cielo, según él se lo había pedido, le dijo: También multiplicaré al hijo de la esclava, porque es tu hijo.

§ 3.44.4

Y en las demás ceremonias acerca del rezar y otras devociones, no quieran arrimar la voluntad a otras ceremonias y modos de oraciones de las que nos enseñó Cristo (Mt. 6, 9­13; Lc. 11, 1­2); que claro está que, cuando sus discípulos le rogaron que los enseñase a orar, les diría todo lo que hace al caso para que nos oyese el Padre Eterno, como el que tan bien conocía su condición y sólo les enseñó aquellas siete peticiones del Pater noster, en que se incluyen todas nuestras necesidades espirituales y temporales, y no les dijo otras muchas maneras de palabras y ceremonias, antes, en otra parte, les dijo que cuando oraban no quisiesen hablar mucho, porque bien sabía nuestro Padre celestial lo que nos convenía (Mt. 6, 7­8).

§ 3.44.4

Y en las demás ceremonias acerca del rezar y otras devociones, no quieran arrimar la voluntad a otras ceremonias y modos de oraciones de las que nos enseñó Cristo (Mt. 6, 9­13; Lc. 11, 1­2); que claro está que, cuando sus discípulos le rogaron que los enseñase a orar, les diría todo lo que hace al caso para que nos oyese el Padre Eterno, como el que tan bien conocía su condición y sólo les enseñó aquellas siete peticiones del Pater noster, en que se incluyen todas nuestras necesidades espirituales y temporales, y no les dijo otras muchas maneras de palabras y ceremonias, antes, en otra parte, les dijo que cuando oraban no quisiesen hablar mucho, porque bien sabía nuestro Padre celestial lo que nos convenía (Mt. 6, 7­8).

§ 3.44.4

Y las ceremonias con que él nos enseñó a orar sólo es una de dos: o que sea en el escondrijo de nuestro retrete, donde sin bullicio y sin dar cuenta a nadie lo podemos hacer con más entero y puro corazón, según él dijo, diciendo: Cuando tú orares, entra en tu retrete y, cerrada la puerta, ora (Mt. 6, 6); o, si no, a los desiertos solitarios, como él lo hacía, y en el mejor y más quieto tiempo de la noche (Lc. 6, 12).

§ 3.44.5

Como dijo Judit (8, 11­12) a los de Betulia, que los reprehendió porque habían limitado a Dios el tiempo que esperaban de Dios misericordias, diciendo: ¿Vosotros ponéis a Dios tiempo de sus misericordias? No es, dice, esto para mover a Dios a clemencia, sino para despertar su ira.

§ 3.45.3

Y por David (Sal. 49, 16­17) dice el Espíritu Santo: Al pecador dijo Dios: ¿Por qué platicas tú mis justicias y tomas mi ley con tu boca, y tú has aborrecido la disciplina y echado mis palabras a las espaldas? En lo cual se da a entender que tampoco les dará espíritu para que hagan fruto.

    

Juan de la Cruz (1542-1591)    Llama de Amor Viva A

§ 0

Y no hay que maravillar que haga Dios tan altas y extrañas mercedes a las almas que él da en regalar; porque si consideramos que es Dios, y que se las hace como Dios y con infinito amor y bondad, no nos parecerá fuera de razón; pues él dijo (Jn. 14, 23) que en el que le amase vendrían el Padre, Hijo y Espíritu Santo y harían morada en él; lo cual habría de ser haciendole a él vivir y morar en el Padre, Hijo y Espíritu Santo en vida de Dios, como da a entender el alma en estas canciones.

§ 1.1.1

Sintiéndose ya el alma toda inflamada en la divina unión, ya su paladar todo bañado en gloria y amor, y que hasta lo íntimo de su sustancia está revertiendo no menos que ríos de gloria, abundando en deleites, sintiendo correr de su vientre los ríos de agua viva que dijo el Hijo de Dios (Jn. 7, 38) que saldrían en semejantes almas, parécele que, pues con tanta fuerza está transformada en Dios y tan altamente de él poseída, y con tan ricas riquezas de dones y virtudes arreada, que está tan cerca de la bienaventuranza, que no la divide sino en una leve tela.

§ 1.1.5

Y éste es el lenguaje y palabras que habla y trata Dios en las almas purgadas y limpias, que son palabras todas encendidas, como dijo David (Sal. 118, 140): Tu palabra es encendida vehementemente; y el profeta (Jr. 23, 29): ¿Por ventura mis palabras no son como fuego? Las cuales palabras, como él mismo dice por san Juan (6, 64), son espíritu y vida; la cual sienten las almas que tienen oídos para oírla, que, como digo, son las almas limpias y enamoradas; que los que no tienen el paladar sano, sino que gustan otras cosas, no pueden gustar el espíritu y vida de ellas.

§ 1.1.6

Y no porque los tales no gusten este lenguaje de Dios que habla de dentro, han de pensar que no le gustarán otros como aquí se dice, como las gustó san Pedro (Jn. 6, 69) en el alma cuando dijo a Cristo: ¿Dónde iremos, Señor, que tienes palabras de vida eterna? Y la Samaritana olvidó el agua y el cántaro por la dulzura de las palabras de Dios (Jn. 4, 28).

§ 1.1.8

Mas ¿cómo se puede decir que la hiere, pues en el alma no hay cosa ya por herir, estando ya el alma toda cauterizada con fuego de amor? Es cosa maravillosa que, como el amor nunca está ocioso, sino un continuo movimiento como la llama, está echando siempre llamaradas acá y allá; y el amor, cuyo oficio es herir para enamorar y deleitar, como en la tal alma está en viva llama, estale arrojando sus heridas como llamaradas ternísimas de delicado amor, ejercitando jocunda y festivalmente las artes y juegos del amor, como en el palacio de sus bodas, como Asuero con la esposa Ester (Est. 2, 17ss.), mostrando allí sus gracias, descubriéndola sus riquezas y la gloria de su grandeza, porque se cumpla en esta alma lo que él dijo en los Proverbios (8, 30­31), diciendo: Deleitábame yo por todos los días jugando delante de él todo el tiempo, jugando en la redondez de las tierras, y mis deleites estar con los hijos de los hombres; es a saber, dándoselos a ellos.

§ 1.1.13

El amor une al alma con Dios; y cuantos más grados de amor tuviere, más profundamente entra en Dios y se concentra con él; y así podemos decir que cuantos grados hay de amor de Dios, tantos centros, uno más que otro, hay del alma en Dios, que son las muchas mansiones que dijo él (Jn. 14, 2) que había en la casa de su Padre.

§ 1.1.24

Que por eso dijo David (Sal. 115, 15) que la muerte de los justos es preciosa, porque allí van a entrar los ríos del amor del alma en la mar, y están allí tan anchos y represados, que parecen ya mares; juntándose allí lo primero y lo postrero, para acompañar al justo que va y parte a su reino, oyéndose las alabanzas de los fines de la tierra, que son gloria del justo (Is. 24, 16).

§ 1.1.27

Por lo cual dijo el Sabio (Ecli. 7, 9) que es mejor el fin de la oración que el principio.

§ 2.1.12

La cual maravilla echó bien de ver Job (10, 16) en sus llagas, cuando dijo a Dios: Volviéndote a mí, maravillosamente me atormentas.

§ 2.1.24

Porque muchos servicios han de haber hecho a Dios, y mucha paciencia han de haber tenido por él y constancia, y muy aceptos han de ser delante de él en su vida a los que él ha de hacer tan señalada merced de tentarlos más adentro, como leemos del santo Tobías (Tob. 12, 13), a quien dijo san Rafael: Que, porque había sido acepto a Dios, le había hecho aquella merced de enviarle la tentación que le probase más, para darle más.

§ 3.1.4

Estas lámparas le lucieron bien a Moisés (Ex. 34, 6­7) en el monte Sinaí, donde, pasando Dios delante de él, apresuradamente se postró en la tierra y dijo algunas grandezas de las que en él vio; y amándole según aquellas cosas que había visto, las dijo distintamente, diciendo: Emperador, Señor, Dios, misericordioso, clemente, paciente, de mucha miseración, verdadero, que guardas misericordia en millares, que quitas los pecados y maldades y delitos, que eres tan justo que ninguno hay inocente de suyo delante de ti.

§ 3.1.4

Estas lámparas le lucieron bien a Moisés (Ex. 34, 6­7) en el monte Sinaí, donde, pasando Dios delante de él, apresuradamente se postró en la tierra y dijo algunas grandezas de las que en él vio; y amándole según aquellas cosas que había visto, las dijo distintamente, diciendo: Emperador, Señor, Dios, misericordioso, clemente, paciente, de mucha miseración, verdadero, que guardas misericordia en millares, que quitas los pecados y maldades y delitos, que eres tan justo que ninguno hay inocente de suyo delante de ti.

§ 3.1.5

De donde es de notar que el deleite y robamiento de amor que el alma recibe en el fuego de la luz de estas lámparas es admirable, es inmenso, es tan copioso como de muchas lámparas, que cada una quema de amor, ayudando el ardor de la una al ardor de la otra, y la llama de una a la llama de la otra; así como la luz de la una da luz de la otra, y todas hechas una luz y fuego, y cada una un fuego, y el alma inmensamente absorta en delicadas llamas, llagada sutilmente en cada una de ellas, y en todas ellas más llagada y más sutilmente llagada, en amor de vida, echando ella muy bien de ver que aquel amor es de vida eterna, la cual es juntura de todos los bienes, conociendo bien allí el alma la verdad del dicho del Esposo en los Cantares (8, 6) que dijo que las lámparas del amor eran lámparas de fuego y de llamas. ¡Hermosa eres en tus pisadas y calzado, oh hija del príncipe! (Ct. 7, 1). ¿Quién podrá contar la magnificencia y extrañez de tu deleite en el amor de tus lámparas y admirable resplandor? Porque si una sola lámpara de éstas que pasó delante de Abraham le causó grande horror tenebroso, pasando Dios por una noticia de justicia rigurosa que había de hacer de los cananeos (Gn. 15, 12­17), toda estas lámparas de noticias de Dios que amigable y amorosamente te lucen a ti, ¿cuánta más luz y deleite de amor te causarán que causó aquella sola de horror y tiniebla en Abraham? ¿Y cuánto y cuán aventajado, y de cuántas maneras será tu luz y deleite, pues en todas y de todas éstas sientes que te da su fruición y amor, amándote según sus virtudes y atributos y condiciones?

§ 3.1.12

Y por eso se le dijo a la Virgen (Lc. 1, 35) que la virtud del Altísimo la haría sombra, porque había de llegar tan cerca de ella el Espíritu Santo que había de venir sobre ella.

§ 3.1.32

Y así no ha de estar asida a nada: ni a cosa de meditación ni sabor, ahora sensitivo, ahora espiritual; porque requiere el espíritu tan libre y aniquilado, que cualquier cosa que el alma entonces quisiese hacer de pensamiento o discurso o gusto a que se quiera arrimar, le impediría e inquietaría y haría ruido en el profundo silencio que conviene que haya en el alma, según el sentido y el espíritu para tan profunda y delicada audición de Dios, que habla al corazón en esta soledad que dijo por Oseas (2, 14), en suma paz y tranquilidad, escuchando y oyendo el alma, como David (Sal. 84, 9), lo que habla Dios, porque habla esta paz en su alma.

§ 3.1.33

Por tanto, en ninguna sazón y tiempo, ya que el alma ha comenzado a entrar en este sencillo y ocioso estado de contemplación, no ha el alma de querer traer delante de sí meditaciones, ni querer arrimarse a jugos ni sabores espirituales, sino estar desarrimada en pie sobre todo eso, el espíritu desasido, como dijo el profeta Habacub (2, 1) que había él de hacer, diciendo: Estaré en pie sobre la guarda de mis sentidos, esto es, dejándolos abajo, y afirmaré el paso sobre la munición de mis potencias, esto es, no dejándolas dar paso de pensamiento, y contemplaré lo que se me dijere, esto es, recibiré lo que se me comunicare.

§ 3.1.55

Porque a este propósito podemos entender lo que de él dijo Dios al mismo Job (40, 18), es a saber: Absorberá un rió y no se maravillará, y tiene confianza que el Jordán caerá en su boca, que se entiende por lo más alto de la perfección.

§ 3.1.62

Porque, hasta que el Señor dijo: Fiat lux (Gn. 1, 3), estaban las tinieblas sobre la faz del abismo (1, 2) de la caverna del sentido.

§ 3.1.69

Y así, están actualmente Dios y el alma en un amor recíproco en la conformidad de la unión y entrega matrimonial, en que los bienes de entrambos, que son la divina esencia, poseyéndolos cada uno libremente, los poseen entrambos juntos en la entrega voluntaria del uno al otro, diciendo el uno al otro lo que el Hijo de Dios dijo al Padre por san Juan (17, 10), es a saber: Omnia mea tua sunt, et tua mea sunt et clarificatus sum in eis, esto es: Todas mis cosas son tuyas, y tus cosas son mías, y clarificado estoy en ellas.

    

Juan de la Cruz (1542-1591)    Llama de Amor Viva B

§ 0

Y no hay que maravillar que haga Dios tan altas y extrañas mercedes a las almas que él da en regalar; porque si consideramos que es Dios, y que se las hace como Dios, y con infinito amor y bondad, no nos parecerá fuera de razón; pues él dijo (Jn. 14, 23) que en el que le amase vendrían el Padre, Hijo y Espíritu Santo, y harían morada en él; lo cual había de ser haciéndole a El vivir y morar en el Padre, Hijo y Espíritu Santo en vida de Dios, como da a entender el alma en estas canciones.

§ 0

Sintiéndose ya el alma toda inflamada en la divina unión, y ya su paladar todo bañado en gloria y amor, y que hasta lo íntimo de su sustancia está revertiendo no menos que ríos de gloria, abundando en deleites (Cant. 8, 5) sintiendo correr de su vientre los ríos de agua viva que dijo el Hijo de Dios (Jn. 7, 38) que saldrían en semejantes almas, parécele que, pues con tanta fuerza está transformada en Dios y tan altamente de él poseída, y con tan ricas riquezas de dones y virtudes arreada, que está tan cerca de la bienaventuranza, que no la divide sino una leve tela.

§ 0

Y éste es el lenguaje y palabras que trata Dios en las almas purgadas y limpias, todas encendidas como dijo David (Sal. 118, 140): Tu palabra es encendida vehementemente; y el profeta (Jr. 23, 29): ¿Por ventura mis palabras no son como fuego? Las cuales palabras, como él mismo dice por san Juan (6, 64) son espíritu y vida; la cual sienten las almas que tienen oídos para oírla, que, como digo, son las almas limpias y enamoradas; que los que no tienen el paladar sano, sino que gustan otras cosas, no pueden gustar el espíritu y vida de ellas, antes les hacen sinsabor.

§ 0

Y no porque los tales no gusten este lenguaje de Dios, que habla de dentro, han de pensar que no le gustan otros, como aquí se dice, como las gustó san Pedro (Jn. 6, 69) en el alma cuando dijo a Cristo: ¿Dónde iremos, Señor, que tienes palabras de vida eterna? Y la Samaritana olvidó el agua y el cántaro por la dulzura de las palabras de Dios (Jn. 4, 28).

§ 0

Mas ¿cómo se puede decir que la hiere, pues en el alma no hay ya cosa por herir, estando ya el alma toda cauterizada con el fuego de amor? Es cosa maravillosa que, como el amor nunca está ocioso, sino en continuo movimiento, como la llama, está echando siempre llamaradas acá y allá; y el amor, cuyo oficio es herir para enamorar y deleitar, como en la tal alma está en viva llama, estále arrojando sus heridas como llamaradas ternísimas de delicado amor, ejercitando jocunda y festivalmente las artes y juegos del amor, como en el palacio de sus bodas, como Asuero con la esposa Ester (Est. 2, 17 ss.), mostrando allí sus gracias, descubriéndola sus riquezas y la gloria de su grandeza, porque se cumpla en esta alma lo que él dijo en los Proverbios (8, 30­31), diciendo: Deleitábame yo por todos los días, jugando delante de él todo el tiempo, jugando en la redondez de las tierras, y mis deleites estar con los hijos de los hombres, es a saber, dándoselos a ellos.

§ 0

De donde podemos decir que cuantos grados de amor de Dios el alma puede tener, tantos centros puede tener en Dios, uno más adentro que otro; porque el amor más fuerte es más unitivo, y de esta manera podemos entender las muchas mansiones que dijo el Hijo de Dios (Jn. 14, 2) haber en la casa de su Padre.

§ 0

Que por eso dijo David (Sal. 115, 15) que era preciosa la muerte de los santos en el acatamiento de Dios, porque aquí vienen en uno a juntarse todas las riquezas del alma, y van allí a entrar los ríos del amor del alma en la mar, los cuales están allí ya tan anchos y represados, que parecen ya mares; juntándose lo primero y lo postrero de sus tesoros, para acompañar al justo que va y parte para su reino, oyéndose ya las alabanzas desde los fines de la tierra, que, como dice Isaías (24, 16), son gloria del justo.

§ 0

Por lo cual dijo el Sabio (Ecl. 7, 9) que el fin de la oración es mejor que el principio, y lo que comúnmente se dice que la oración breve penetra los cielos.

§ 0

Porque esto es lo que dijo el Sabio (Sab. 4, 10­14): El que agrada a Dios es hecho amado, y, viviendo entre pecadores, fue trasladado, arrebatado fue porque la malicia no mudara su entendimiento, o la afición no engañara su alma.

§ 0

La cual maravilla echó bien de ver Job (10, 16) en sus llagas, cuando dijo a Dios: Volviéndote a mí, maravillosamente me atormentas.

§ 0

Porque muchos servicios han de haber hecho a Dios, y mucha paciencia y constancia han de haber tenido por él, y muy aceptos han de haber sido delante de él en su vida y obras a los que él hace tan señalada merced de tentarlos más adentro, para aventajarlos en dones y merecimientos, como leemos del santo Tobías (Tob. 12, 13), a quien dijo san Rafael: Que, porque había sido acepto a Dios, le había hecho aquella merced de enviarle la tentación que le probase más, para engrandecerte más.

§ 0

Y aquí el alma, inmensamente absorta en delicadas llamas, llagada sutilmente de amor en cada una de ellas, y en todas ellas juntas más llagada y viva en amor de vida de Dios, echando ella muy bien de ver que aquel amor es de vida eterna, la cual es juntura de todos los bienes, como aquí en cierta manera lo siente el alma conoce bien aquí el alma la verdad de aquel dicho del Esposo en los Cantares cuando dijo que las lámparas del amor eran lámparas de fuego y de llamas (8, 6). ¡Hermosa eres en tus pisadas y calzado, hija de príncipe! (Ct. 7, 1). ¿Quién podrá contar la magnificencia y extrañez de tu deleite y majestad en el admirable resplandor y amor de tus lámparas?

§ 0

De donde el alma no ha de estar asida a nada: no a ejercicio de meditación, no a sabor alguno, ahora sea sensitivo ahora espiritual, no a otras cualesquier aprehensiones, porque se requiere el espíritu tan libre y aniquilado acerca de todo, que cualquiera cosa de pensamiento o discurso o gusto a que entonces el alma se quiere arrimar, la impediría, inquietaría y haría ruido en el profundo silencio que conviene que haya en el alma, según el sentido y el espíritu, para tan profunda y delicada audición, que habla Dios al corazón en esta soledad, que dijo por Oseas (2, 14), en suma paz y tranquilidad, escuchando y oyendo el alma lo que habla el Señor Dios como David (Sal. 84, 9), porque habla esta paz en esta soledad.

§ 0

Por tanto, en toda sazón y tiempo, ya que el alma ha comenzado a entrar en este sencillo y ocioso estado de contemplación, que acaece cuando ya no puede meditar ni acierta a hacerlo, no ha de querer traer delante de sí meditaciones ni arrimarse a jugos ni sabores espirituales, sino estar desarrimada en pie, desasido el espíritu desasido del todo sobre todo eso, como dijo Habacuc (2, 1) que había él de hacer para oír lo que Dios le dijese: Estaré, dice, en pie sobre mi guarda, y afirmaré mi paso sobre mi munición, y contemplaré lo que se me dijere.

§ 0

Porque a este propósito podemos entender lo que de él dijo Dios a Job (40, 18), es a saber: Absorberá un río y no se maravillará, y tiene confianza que el Jordán caerá en su boca, que se entiende por lo más alto de la perfección.

§ 0

Porque, hasta que el Señor dijo: Fiat lux (Gn. 1, 3), estaban las tinieblas sobre la haz del abismo (1, 2) de la caverna del sentido del alma; el cual, cuanto es más abisal y de más profundas cavernas, tanto más abisales y profundas tinieblas hay en él acerca de lo sobrenatural cuando Dios, que es su lumbre, no le alumbra; y así, esle imposible alzar los ojos a la divina luz, ni caer en su pensamiento, porque no sabe cómo es, nunca habiéndola visto.

§ 0

Y así, entre Dios y el alma está actualmente formado un amor recíproco en conformidad de la unión y entrega matrimonial, en que los bienes de entrambos, que son la divina esencia, poniéndolos cada uno libremente por razón de la entrega voluntaria del uno al otro, los poseen entrambos juntos, diciendo el uno al otro lo que el Hijo de Dios dijo al Padre por san Juan (17, 10), es a saber: Omnia mea tua sunt, et tua mea sunt et clarificatus sum in eis, esto es: Todos mis bienes son tuyos, y tus bienes míos y clarificado soy en ellos.

    

Juan de la Cruz (1542-1591)    Noche Oscura

§ 1.4.7

Por lo cual dijo nuestro Salvador en el Evangelio (Jn. 3, 6) que lo que nace de carne, es carne, y lo que nace de espíritu, es espíritu, esto es: el amor que nace de sensualidad, para en sensualidad, y el que de espíritu, para en espíritu de Dios y hácele crecer.

§ 1.9.7

Y a este propósito podemos entender lo que a la Esposa dijo el Esposo en los Cantares (6, 4): Aparta tus ojos de mí, porque ellos me hacen volar; porque de tal manera pone Dios al alma en este estado y en tan diferente camino la lleva, que, si ella quiere obrar con sus potencias, antes estorba la obra que Dios en ella va haciendo, que ayuda; lo cual antes era muy al revés.

§ 1.11.1

La cual también David (Sal. 41, 3) tenía y sentía, cuando dijo: Mi alma tuvo sed a Dios vivo; que es tanto como decir: Viva fue la sed que tuvo mi alma.

§ 1.14.4

Que por eso dijo el Eclesiástico (34, 9­10): El que no es tentado, ¿qué sabe? Y el que no es probado, ¿cuáles son las cosas que reconoce? De la cual verdad da Jeremías (31, 18) buen testimonio, diciendo: Castigásteme, Señor, y fui enseñado.

§ 2.5.3

Por lo cual David (Sal. 96, 2) también dijo que cerca de Dios y en rededor de él está oscuridad y nube; no porque en sí ello sea así, sino para nuestros entendimientos flacos, que en tan inmensa luz se oscurecen y quedan ofuscados, no alcanzando.

§ 2.6.6

De donde, porque en esta fragua se purifica el alma como el oro en el crisol, según el Sabio dice (Sab. 3, 6), siente este grande deshacimiento en la misma sustancia del alma, con extremada pobreza, en que está como acabando, como se puede ver por lo que a este propósito dijo David (Sal. 68, 2­4) por estas palabras, clamando a Dios: Sálvame, Señor, porque han entrado las aguas hasta el alma mía; fijado estoy en el limo del profundo, y no hay donde me sustente; vine hasta el profundo del mar, y la tempestad me anegó; trabajé clamando, enronqueciéronseme mis gargantas, desfallecieron mis ojos en tanto que espero en mi Dios.

§ 2.8.5

Donde, por ser esta luz espiritual tan sencilla, pura y general, no afectada ni particularizada a ningún particular inteligible natural ni divino, pues acerca de todas estas aprensiones tiene las potencias del alma vacías y aniquiladas, de aquí es que con grande generalidad y facilidad conoce y penetra el alma cualquiera cosa de arriba o de abajo que se ofrece; que por eso dijo el Apóstol (1 Cor. 2, 10) que el espiritual todas las cosas penetra, hasta los profundos de Dios.

§ 2.12.1

El cual amor pidió David (Sal. 50, 12)) cuando dijo: Cor mundum crea in me, Deus, etc.

§ 2.13.7

Que, por eso, cuando la Esposa salió a buscar a su amado por las plazas y arrabales, creyendo que los demás andaban en lo mismo, les dijo que, si lo hallasen ellos, le hablasen, diciendo de ella que penaba de su amor (Ct. 5, 8).

§ 2.13.8

Y éste es el amor impaciente, que no puede durar mucho el sujeto sin recibir o morir, según el que tenía Raquel a los hijos cuando dijo a Jacob: Dame hijos; si no, moriré (Gn. 30, 1).

§ 2.17.4

Y la cortedad interior, esto es, del sentido interior de la imaginación, y juntamente la del exterior acerca de esto, también la manifestó Moisés delante de Dios en la zarza (Ex. 4, 10), cuando, no solamente dijo a Dios que después que hablaba con él, no sabía ni acertaba a hablar, pero aun, según se dice en los Actos de los Apóstoles (7, 32), con la imaginación interior no se atrevía a considerar, pareciéndole que la imaginación estaba muy lejos y muda, no sólo para formar algo de aquello que entendía en Dios, pero ni aun capacidad para recibir algo de ello.

§ 2.19.2

De donde, cuando la Esposa dice que, buscándole de noche en su lecho, cuando según el primer grado de amor estaba desfallecida, y no le halló, dijo (Ct. 3, 2): Levantarme he, y buscaré al que ama mi alma.

§ 2.19.4

En este grado hablaba la Esposa (Ct. 8, 6), cuando, deseando ya verse en el último dijo al Esposo: Ponme como señal en tu corazón, como señal en tu brazo; porque la dilección, esto es, el acto y obra de amor, es fuerte como la muerte, y dura emulación y porfía como el infierno.

§ 2.19.5

En este grado el amante no puede dejar de ver lo que ama o morir; en el cual Raquel, por la gran codicia que tenía a los hijos, dijo a Jacob su esposo: Dame hijos; si no, yo moriré (Gn. 30, 1).

§ 2.20.2

De este grado habló Moisés (Ex. 32, 31­32), cuando dijo a Dios que perdonase al pueblo, y, si no, que le borrase a él del libro de la vida en que le había escrito.

§ 2.20.2

En este grado se atrevió la Esposa (Ct. 1, 1) y dijo: Osculetur me osculo oris sui.

§ 2.21.4

Que, por eso, san Pedro (1 Pe. 5, 9) no halló otro mayor amparo que ella para librarse de él, cuando dijo: Cui resistite fortes in fide.

§ 2.21.7

Sólo le deja una visera para que el ojo pueda mirar hacia arriba, y no más, que es el oficio que de ordinario hace la esperanza en el alma, que es levantar los ojos a mirar a Dios, como dice David (Sal. 24, 15) que hacía en él cuando dijo: Oculi mei semper ad Dominum, no esperando bien ninguno de otra parte, sino, como él mismo en otro salmo (122, 2) dice: Que así como los ojos de la sierva están en las manos de su señora puestos, así los nuestros en Nuestro Señor Dios, hasta que se apiade de nosotros, esperando en él.

    

Juan de la Cruz (1542-1591)    Otras del mismo a lo divino

    

Juan de la Cruz (1542-1591)    Que va por super flumina



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